Crisis y reacomodo en el Gobierno de Milei: quiénes se van, quiénes llegan y el hombre fuerte detrás del Presidente

Renuncias confirmadas, internas al rojo vivo y el desembarco de nuevos nombres que delinean el rumbo del Gobierno tras los comicios.

Se avecina un cambio inminente en el Gabinete del presidente Javier Milei. El anuncio se hará inmediatamente después de las elecciones legislativas del próximo domingo, en medio de una fuerte crisis interna y la necesidad de reestructurar el equipo para encarar una segunda etapa de gestión. El mandatario insiste en que solo una vez conocidos todos los números podrá definir el nuevo entramado de poder que le permita avanzar con las reformas de “segunda generación”.

Los movimientos buscan, por un lado, cubrir las vacantes que dejan los ministros que serán candidatos y, por otro, reemplazar a quienes se alejan por desgaste o por conflictos internos.

La principal razón del inminente recambio es una: la tensión de poder que generó el ascenso del asesor presidencial Santiago Caputo, quien viene ganando influencia desde las sombras. Su rol, cada vez más protagónico, alteró los equilibrios dentro del Gabinete y encendió una disputa que terminó por estallar con la renuncia del canciller Gerardo Werthein.

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Werthein se va molesto. Acusó al entorno de Santiago Caputo de haber bloqueado parte de la agenda paralela que venía tejiendo en Estados Unidos. El conflicto escaló al punto de poner en duda la continuidad de figuras clave, como el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, quien también dejó entrever su fastidio con Caputo por su resistencia a asumir responsabilidades políticas.

Más allá de las internas, Milei quiere corregir los errores de gestión que, según el diagnóstico de la Casa Rosada, derivaron en desacuerdos legislativos y leyes que golpearon a la economía. El Presidente busca alcanzar lo que llama un “equilibrio perfecto”: un esquema en el que las funciones estén claras y las fricciones, contenidas.

El presidente Javier Milei. Fotro: AP /Mark Schiefelbein

Para eso, planea designar a un solo interlocutor con los gobernadores y aliados, reemplazando la actual maraña de voceros que, más de una vez, terminó en mensajes cruzados y decisiones contradictorias.

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Las presiones externas también empujan el cambio. Desde Washington, la administración republicana condiciona su apoyo financiero y político a ciertos gestos de estabilidad que, según entienden, solo llegarán si Milei reordena su equipo. En concreto, piden una reestructuración ministerial que dé señales de cohesión y de previsibilidad.

Para Estados Unidos, el desafío del Gobierno argentino no es solo económico: es de gobernabilidad. En la Casa Blanca observan con atención y consideran clave que Milei logre los consensos necesarios, incluso con figuras de otras fuerzas que compartan su orientación liberal, entre ellos algunos gobernadores. Nadie, advierten, puede gobernar en soledad.

En el frente local, Mauricio Macri también busca dejar su marca en este reacomodamiento. El expresidente mueve piezas y promueve nombres de confianza —como Fulvio Pompeo o Federico Pinedo— para ocupar lugares estratégicos. Su objetivo es influir en la nueva arquitectura del poder libertario y mantener un pie dentro del Gobierno.

El resultado electoral del domingo, de todos modos, será el verdadero termómetro. Si La Libertad Avanza obtiene un buen desempeño, Santiago Caputo consolidará su ascenso y el Ejecutivo podrá implementar los cambios sin sobresaltos, con un dólar estable y margen político. Pero si el voto castiga al oficialismo, el tablero cambiará: será Macri quien reclame protagonismo en el rediseño del Gabinete.

Mauricio Macri, durante la cumbre anual del JP Morgan en Buenos Aires. Foto: Hernan Zenteno – La Nacion

En los mercados, el interés pasa menos por los votos y más por los nombres. La nueva composición ministerial, dicen, será la clave para entender el rumbo económico que viene.

Quiénes ya confirmaron su salida del Gabinete

Varios funcionarios de alto rango ya confirmaron que dejarán sus cargos. Algunos lo harán para asumir bancas legislativas; otros, simplemente, por desgaste o motivos personales.

El primero en hacerlo fue Gerardo Werthein, ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto. Su renuncia ya fue presentada y se hará efectiva el lunes 27, aunque la idea inicial era anunciarla después de las elecciones. El detonante fue su reciente viaje a Estados Unidos y la visita a Donald Trump, pero detrás de eso hay un enfrentamiento con el círculo de Santiago Caputo.

Gerardo Werthein

Werthein acusa al entorno del asesor de haber bloqueado parte de su agenda paralela en el exterior y de sobreactuar la formalidad diplomática. Prefirió irse antes de quedar subordinado a su rival interno.

El Presidente ya definió su reemplazo: Pablo Quirno, ex empleado de JP Morgan, ex trader de Wall Street y mano derecha de Luis Caputo en el Ministerio de Economía. Su designación llega en medio de las negociaciones por un nuevo acuerdo comercial entre Argentina y Estados Unidos. Quirno asumirá oficialmente el 27 de octubre, tras los comicios.

Pablo Quirno

Según un comunicado de la Oficina del Presidente (OPRA), la decisión busca “profundizar el vínculo entre la Cancillería y el Ministerio de Economía”. Quirno, aseguran, es uno de los funcionarios más alineados con la política económica del propio Milei.

El ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, también dejará su cargo tras las elecciones legislativas. La decisión está tomada y ya fue comunicada tanto a la Casa Rosada como al propio presidente. Su renuncia se hará efectiva a partir del 27 de octubre.

Mariano Cúneo Libarona

Los motivos son personales y de salud. Según su entorno, el ministro está exhausto y necesita tiempo para su familia y su recuperación física: en noviembre se someterá a una operación de rodilla que le demandará varias semanas de reposo. Aun así, siente que cumplió con la mayoría de los objetivos que se había propuesto para el cargo.

Durante su gestión, Cúneo Libarona impulsó reformas de peso —y controvertidas—. Entre ellas, la implementación del sistema acusatorio en 14 provincias —consideradas clave para acelerar causas penales por delitos graves como narcotráfico, lavado o secuestros—; la reestructuración del personal y la reducción de organismos, como el INADI; la ley que habilita el juicio en ausencia para los acusados del atentado a la AMIA; y las gestiones que evitaron que Argentina ingresara en la lista gris del GAFI por lavado de dinero y terrorismo.

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También deja asuntos pendientes. El nuevo Código Procesal Penal (CPP) aún no se aplica en los tribunales de Comodoro Py por la resistencia de varios fiscales. El ministro debió postergar su puesta en marcha para noviembre y analiza dejar firmada una nueva prórroga antes de su salida. Además, el 32% de los 956 cargos judiciales habilitados sigue vacante, y la cifra podría trepar al 50% a fin de año por jubilaciones.

Cúneo Libarona se va en buenos términos, pero no sin turbulencias. Su gestión fue objeto de polémicas, entre ellas la intervención de la Oficina Anticorrupción en el caso $Libra, que generó sospechas dentro del propio Gobierno. Tampoco logró una buena sintonía con el asesor Santiago Caputo, con quien tuvo varios roces.

Cúneo Libarona junto a Guillermo Montenegro

El Presidente, mientras tanto, ya evalúa cómo reorganizar el Ministerio de Justicia. Entre las ideas que circulan figura la creación de un “súper ministerio” que unifique Justicia y Seguridad. Uno de los nombres que suena con más fuerza para encabezar esa eventual fusión es Guillermo Montenegro, intendente de Mar del Plata y exjuez federal. Sin embargo, desde su entorno ya rechazaron la versión y la calificaron de “opereta”.

Otro candidato en carpeta es Sebastián Amerio, actual secretario de Justicia y número dos de Cúneo Libarona. Cercano a Santiago Caputo, Amerio podría quedar al frente del área judicial y asumir la tarea de negociar con el peronismo en el Senado los numerosos pliegos pendientes. Por ahora, Cúneo Libarona se concentra en ordenar una transición ordenada, lo que permitiría que algunos funcionarios de su equipo —entre ellos Amerio— continúen al menos por un tiempo.

Otra salida cantada del Gabinete es la de Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, quien dejará su cargo para asumir un rol legislativo. Su renuncia está prevista para el 10 de diciembre, cuando tomará posesión de su banca como senadora por la ciudad de Buenos Aires. Es una de las bajas inevitables del equipo post electoral, junto con Luis Petri y Manuel Adorni.

Patricia Bullrich

Durante su gestión, Bullrich mantuvo un perfil alto y una política de seguridad de línea dura. Respaldó a las fuerzas federales en intervenciones polémicas, como la represión frente al Congreso, donde un gendarme hirió gravemente al fotógrafo Pablo Grillo. Defendió públicamente la actuación del uniformado, gesto que volvió a dejarla en el centro del debate político.

Bullrich fue una de las funcionarias con acceso directo al “triángulo de hierro” del poder libertario: Javier Milei, Karina Milei y Santiago Caputo. Sin embargo, no comparte la idea de fusionar su cartera con la de Justicia. Considera que ambas áreas deben mantenerse separadas para preservar su eficacia operativa.

El futuro del Ministerio de Seguridad dependerá, una vez más, del resultado electoral y de las decisiones que tome el Presidente después de los comicios. Una de las opciones que analiza la Casa Rosada es nombrar a Alejandra Monteoliva, actual secretaria de Seguridad y colaboradora cercana de Bullrich, como sucesora. La ministra saliente apuesta a que su reemplazo sea alguien de confianza, que mantenga la línea de trabajo de estos meses.

En paralelo, sigue sobre la mesa la idea de unificar Seguridad y Justicia en un “súper ministerio”. En ese esquema, Guillermo Montenegro vuelve a aparecer como posible figura al mando, lo que podría interpretarse como un gesto de acercamiento al macrismo. Todo dependerá, en definitiva, del desempeño electoral de La Libertad Avanza, especialmente en la ciudad de Buenos Aires, bastión histórico del PRO.

El ministro de Defensa, Luis Petri, también dejará el Gabinete. Su salida estaba prevista desde hace tiempo: asumirá su banca como diputado nacional por Mendoza, provincia donde encabezó la lista de La Libertad Avanza.

Luis Petri junto a Javier Milei

Durante su paso por el ministerio, el exradical reivindicó con énfasis el rol de las Fuerzas Armadas, aunque su gestión no estuvo libre de tensiones. Persisten reclamos dentro del sector militar por el incumplimiento de las promesas de equiparación salarial con las fuerzas de seguridad, algo que generó malestar y pedidos internos de revisión.

Petri también enfrentó críticas de sectores que esperaban un respaldo más decidido del Gobierno a los militares condenados por delitos de lesa humanidad. En el plano interministerial, hubo quejas desde Defensa y Seguridad por la falta de gestiones del entonces canciller Gerardo Werthein, en temas como la liberación de Nahuel Gallo, un gendarme detenido en Venezuela.

De izquierda a derecha, Carlos Alberto Presti es el segundo.

Milei ya anticipó que reestructurará el Gabinete después de las elecciones, y el Ministerio de Defensa no será la excepción. Uno de los nombres que suena para reemplazar a Petri es el del teniente general Carlos Alberto Presti, jefe del Estado Mayor General del Ejército. Su perfil técnico y sus vínculos con las fuerzas estadounidenses lo ubican como candidato natural para el puesto.

Los movimientos en Defensa —como en el resto del Gabinete— se anunciarán después del domingo. El Presidente se reserva el “efecto sorpresa” de los nombramientos, que formarán parte de la nueva etapa de gestión.

Manuel Adorni

Otro funcionario que ya tiene fecha de salida es Manuel Adorni, vocero presidencial con rango de ministro. Confirmó que presentará su renuncia el 9 de diciembre para asumir como legislador en la ciudad de Buenos Aires. Será, junto a Bullrich y Petri, una de las bajas obligadas del Gabinete post electoral.

Aún no está claro qué papel jugará Adorni en la Legislatura porteña. Podría tener un rol protagónico o compartir espacio con Pilar Ramírez, dirigente libertaria cercana a Karina Milei. En la Casa Rosada aseguran que, más allá de su salida formal, Adorni podría regresar al Gobierno más adelante, en una posición diferente y de mayor jerarquía.

Javier Lanari

Respecto a su reemplazo, el nombre que más suena es el de Javier Lanari, su actual segundo. El propio Adorni lo mencionó como “el heredero natural” del cargo. De todos modos, la decisión final será del Presidente, que aún no dio señales sobre su elegido.

En caso de que Guillermo Francos deje la Jefatura de Gabinete por desgaste o por la interna con Santiago Caputo —una posibilidad que se analiza en la Casa Rosada—, Adorni podría regresar como parte de una salida salomónica: alguien cercano a Karina Milei, con diálogo con todos los ministerios y sin conflicto con Caputo.

Durante su gestión, Adorni mantuvo una relación fluida con ambos polos de poder dentro del Gobierno, lo que lo convierte en un nombre posible para recomponer el equilibrio interno.

Los ministros en la cuerda floja

La reestructuración del Gabinete después de las elecciones mantiene en vilo a varios funcionarios clave, sobre todo a los que orbitan alrededor de la gestión política y económica del Gobierno. El ascenso de Santiago Caputo, asesor presidencial y figura cada vez más influyente, reordenó el mapa interno y dejó a más de uno en una posición incómoda.

El caso más delicado es el de Guillermo Francos, jefe de Gabinete. Su continuidad es una de las mayores incógnitas del reacomodamiento. Francos mantiene una relación tensa con Caputo y no lo oculta: ha criticado su modo de operar en las sombras y su resistencia a asumir responsabilidades. “Hay algunos que firmamos resoluciones y otros que asesoran”, lanzó días atrás, en una frase que sonó a advertencia.

Guillermo Francos

La pulseada entre ambos desgastó el vínculo y, según admiten en su entorno, Francos está “cansado de la interna”. Algunos creen que podría renunciar si Caputo consolida su poder. Otros, en cambio, piensan que podría quedarse si Milei lo convence de adaptarse al nuevo equilibrio. El Presidente lo considera una pieza indispensable para mantener el diálogo con los gobernadores, un puente que no quiere romper.

Si Francos finalmente se aleja, se barajan tres alternativas: que lo reemplace alguien del entorno de Caputo, un dirigente cercano a Karina Milei o una figura neutral. En ese escenario, vuelve a aparecer el nombre de Manuel Adorni, hoy vocero presidencial, como posible reemplazo en un ministerio distinto. Antes de que se confirmara a Pablo Quirno como canciller, Francos incluso había sido mencionado como posible sucesor de Werthein en la Cancillería, un cargo que lo habría alejado de la interna diaria.

Lisandro Catalán

La situación de Lisandro Catalán, ministro del Interior, está atada a la suerte de Francos. Hombre de su máxima confianza, su gestión también se vio afectada por las intervenciones de Caputo en las negociaciones con los gobernadores. En el entorno de Catalán se quejan de maniobras “subterráneas” de otros sectores oficialistas para desplazarlo.

Caputo, en cambio, suena cada vez más fuerte para asumir el propio Ministerio del Interior. El cargo sería ideal para formalizar su rol político en la búsqueda de consensos y en la relación con los mandatarios provinciales. En algunos despachos oficiales incluso imaginan un Ministerio de Interior ampliado, con control sobre Transporte, Obras Públicas e Infraestructura, al estilo de gestiones anteriores.

Luis Toto Caputo

El futuro de Luis Caputo, ministro de Economía, también está bajo revisión. Aunque Milei lo elogia en público —llegó a llamarlo “el mejor ministro de la historia”—, su continuidad no está garantizada. Todo dependerá del resultado electoral y de la dirección que tome el programa económico en la próxima etapa.

En la práctica, su poder podría reducirse. Caputo mantiene fricciones con Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación, por la demora en las privatizaciones de empresas estatales y la concesión de obras viales, áreas que hasta ahora dependen de Economía. El equipo que responde al exministro de Transporte Guillermo Dietrich ya trabaja sobre esos sectores —ferrocarriles, puertos, aerolíneas—, lo que podría implicar un recorte de influencia para Caputo si el macrismo logra ganar espacio.

Guillermo Dietrich

Por ahora no hay un reemplazo directo a la vista, pero en algunos círculos cercanos al Presidente se mencionan nombres como Dietrich o Javier Iguacel, en caso de que Mauricio Macri consiga imponer parte de su estructura dentro del nuevo Gabinete. Milei, no obstante, mantiene su respaldo público al ministro, consciente de que cualquier señal de inestabilidad económica podría alterar los mercados.

Otro funcionario con futuro incierto es Eduardo “Lule” Menem, estrecho colaborador de Karina Milei. Hasta ahora, fue uno de los principales interlocutores con las provincias y un operador clave en el armado político. Sin embargo, dentro del Gobierno algunos lo señalan como responsable de la estrategia electoral rupturista que dividió al oficialismo en varios distritos. Creen que esa jugada, aun con un triunfo, debilita la posibilidad de alcanzar mayorías para aprobar leyes y sostener vetos.

Eduardo «Lule» Menem

En el centro de todos estos movimientos está Santiago Caputo, el asesor más influyente del Presidente. Forma parte del llamado “triángulo de hierro” junto a Javier y Karina Milei, y su poder crece al ritmo de las tensiones que provoca. Hasta ahora no tuvo cargo formal ni firma, algo que genera resistencia entre los ministros, en especial Francos.

Pero eso está por cambiar. Milei ya decidió que Caputo tendrá un cargo formal después del domingo: será funcionario, aunque todavía no está definido en qué puesto. En su entorno niegan que haya querido asumir la Cancillería —aunque admiten que la idea lo seducía— y descartan que acepte la Jefatura de Gabinete, cargo que rechazó en más de una oportunidad.

Santiago Caputo, el hombre fuer del Presidente

Todo indica que su destino será el Ministerio del Interior, desde donde podría encargarse de construir consensos y dialogar con los gobernadores. Un lugar, justamente, donde su poder ya se siente aunque todavía no figure en el organigrama.

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