¿Dónde se fue el agua de San Juan?
La crisis hídrica hace que haya familias a las que les falta agua. Hay explicaciones históricas, naturales, políticas, pero, sobre todo, hay debates urgentes que no pueden esperar.
Miércoles 22 de marzo de 2023 – 15.48hs
Día Mundial del Agua, esa fecha que Naciones Unidas eligió para recordarle a la sociedad lo obvio: sin agua nadie puede vivir. En San Juan la efeméride cobra otra dimensión, porque hay familias sin agua por la peor crisis hídrica del último siglo.
¿Dónde se fue el agua de San Juan? La pregunta inicial y título de este texto es en realidad una punta para empezar a desarmar un ovillo que tiene más de 100 años de historia, intereses, falta de datos y deudas históricas con la naturaleza y con los sanjuaninos. Un día, por más mundial que sea, no es suficiente para ver el panorama completo, la única forma de entender por qué el agua no alcanza para todos.
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Pero tal vez sí alcanza para plantear algunos debates que la sociedad sanjuanina se debe.
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La gran mentira del ciclo perfecto
En la primaria se enseña el ciclo del agua: cae en forma de lluvia (los más autóctonos pueden poner nieve y ríos, pocas veces sucede), se acumula en un lago, parte se evapora, otra parte la usan animales y personitas. Si el diagrama es “pro” tiene agua subterránea: un lago o río debajo del suelo.
Ese ciclo, perfecto y continuo, solo se cumple a la mayor escala de toda, la global. En San Juan hay agua que llega, agua que se acumula, agua que se usa y en parte se inutiliza por contaminación y otra que se va. Parte sale como lluvia o corrientes atmosféricas o subterráneas. Otra parte sale del sistema en frutas, vinos, animales o hasta personas.
Por eso pensar que el agua de San Juan es solo de San Juan es el primer error. Todo el recurso debe llegar antes y una buena parte se irá. Un porcentaje no se podrá usar para los mismos fines porque se verá afectada por procesos humanos.
La crisis hídrica es entonces un problema económico sobre un recurso vital y un derecho humano. Cuánto entra al sistema, cómo y cuánto se utiliza, cuánto se guarda, cuánto se puede recuperar y cuánto saldrá.
Un balance en rojo
El aporte principal al ciclo del agua sanjuanino es el deshielo cordillerano. El calentamiento global y otros factores naturales son posibles explicaciones, pero en números, de un promedio de 1.200 hm3 (hectómetros cúbicos) bajó a 600 hm3, luego 500 hm3 y ahora esperan 800 hm3.
Este es el factor invariable, la variable que todavía está a mano es el uso. En este punto los intereses particulares son una dificultad. Tecnología para hacer un uso racional e inteligente del agua existe, pero en San Juan la situación es idéntica desde hace 50 años.
Los sectores productivos suelen llevarse la mayoría de las acusaciones. La minería para algunos, el riego a manto de los productores agrícolas. A veces también es culpa de las señoras que riegan las veredas. Cualquiera de los datos que se expongan, a su vez, van a ser criticados y puestos en duda.
La mayor parte de lo que llega del río va al riego agrícola, que es el sector que tiene presencia en Hidráulica y toma decisiones. Pero a la vez, calculan (sin ser exactos porque no se puede medir) que el 50% se puede perder en la red de riego.
El agua que va a riego se utiliza para producir alimentos, parte de estos para exportación. Los sistemas de riego tradicionales contaminan las aguas subterráneas.
Hoy la minería no representa un usuario intensivo. El cálculo es del 1 a 2% de uso actual del agua del Río Jáchal. Un valor bajo en términos globales, pero esto es con dos producciones activas. ¿Cuántas minas pueden funcionar en simultáneo para que no se afecten otros usos?
A la vez, cualquier contaminación con procesos industriales saca de disponibilidad un gran volumen del recurso. Se puede revertir la contaminación, pero San Juan no está para darse lujos. La minería del cobre exporta agua si no se hace concentración de los metales, otro factor que se deberá debatir.
El uso domiciliario es el que tiene más derroches. “Falta de cultura del agua” prefieren señalar, pero lo cierto es que poco se hace por la educación y también para adaptar sistemas. Si comprar una canilla que gasta el 50% del agua es un 130% más caro, pocas familias lo harán. Ni hablar de depósitos para tratar aguas grises, que pueden costar $490.000.
Cada actor social tiene un consumo. Toda actividad humana, animal y vegetal se motoriza por el agua. El agro gasta y exporta el mayor volumen, pero produce alimentos. La minería puede decir que por litro utilizado genera más riquezas.
Lo cierto es que cada actor social debe hacerse cargo de su parte. Si realmente el río se quedará en pocos años en un promedio de 300hm3 como marcan algunos modelos, perder tiempo en señalar uno u otro sector no tiene sentido.
Elegir al que “más gasta” y pedirle que se vaya es como tirar del barco que se hunde a una persona. Después habrá que seguir con otro y finalmente no va a quedar quien tape el hueco.