Cómo está el tablero político hoy y cómo quedará post elecciones: entre la confusión y la fragmentación

Las fuerzas que compusieron aquel escenario de tercios en agosto tendrán que reconvertirse luego de las generales del 22 de octubre.

Tal vez suene simple. Unión por la PatriaSergio Massa-, Juntos por el Cambio -Patricia Bullrich-, y La Libertad Avanza -Javier Milei- deberán mutar luego de las elecciones generales del 22 de octubre. Cada fuerza que compuso aquel escenario de tercios buscará sobrevivir luego de pasar por la criba de la voluntad popular. A nivel político, primará la fragmentación. A nivel social, la confusión.

Sergio Massa, Javier Milei y Patricia Bullrich, los tres candidatos con opciones de convertirse en Presidente.

Es necesario entender que los comicios de este domingo, gane quien gane, impondrán un nuevo orden en la política argentina: un giro a la derecha muy marcado. Un ejemplo: en 2015 el país discutía si el Estado debería achicarse o no, si los planes eran entregados a las personas correctas, si las netbook para los estudiantes eran buenas o malas para la educación. Ahora, se discute sobre si el Estado debe ser represor o no, sobre cómo perseguir a las organizaciones sociales que gerencian los planes, y si está bien o no que haya libre venta de armas. Esto no quiere decir que a partir del 10 de diciembre esas políticas sean 100% aplicables, sino que se movió el eje político cultural.

//Leé también nuestra nota: LAS IDEAS QUE GANARON LAS PASO

Hay que analizar, al menos brevemente, la campaña de cada uno de los tres candidatos con chances este domingo. Las dos opciones marginales según los resultados de las primarias, la izquierda trotskista de Myriam Bregman y el cordobesismo de Juan Schiaretti, tienen proyectos, de momento, que no convencen a los argentinos. Por el contrario, la izquierda ni siquiera impone alguna agenda, sólo algunos buenos memes post debate con declaraciones ingeniosas, pero fatuas.

Myriam Bregman y Juan Schiaretti, los dos candidatos más relegados en la pugna electoral presidencial.

En ese sentido, las principales alianzas tienen un natural poder de imposición discursiva en un sector mayoritario de la población nacional. Desde la incómoda posición de ministro de Economía, Sergio Massa demostró con hechos que estaba dispuesto a reconciliarse con viejos aliados del Frente Renovador para ganar: el radicalismo, los cordobeses -que no son pocos- y una parte de esa vieja izquierda popular, más cercana ideológicamente a una figura como la de Juan Grabois. Es obvio: Unión por la Patria. Sean todos bienvenidos. También usó la cartera ministerial, en cuestión de días subió el piso del Impuesto a las Ganancias y quitó el IVA a los productos de la canasta básica. Son dos medidas que afectarán a las provincias, pero que aliviaron la situación económica de las familias a priori. Quitó retenciones a los lácteos, puso un dólar para la vitivinicultura. Y sobre todo, recorrió el Norte Grande para recuperar un millón de votos que le fueron refractarios en las primarias. Hizo campaña del miedo. No podía no hacerlo. A las propuestas propositivas añadió ese toque de advertencia/amenaza sobre lo que podría suceder, a su entender, si ganan sus adversarios.

Sergio Massa cerró su campaña en Pilar: “El domingo decidimos si el trabajador tiene derechos o si es un esclavo” (Foto: Infobae)

En tanto, Javier Milei continuó con su agenda propia. No modificó nada. La propuesta inicial -piedra basal del proyecto de gobierno libertario- de dolarizacion sigue. Todavía no hay especificaciones sobre cómo hará para dolarizar cuando en el Banco Central -que promete dinamitar- no hay dólares. Tampoco quedó muy claro cómo será el proceso de confiscación de la base monetaria. En criollo: cómo va a ir sacando los pesos de circulación sin dañar a las familias, que no cobrarán en dólares de un día para el otro.

En otro orden, Milei superó a su candidata la vicepresidencia, Victoria Villarruel, en relación a la política o despolitica de Derechos Humanos. Mientras su segunda sólo planteaba reconocer a las presuntas víctimas militares y civiles de las «células terroristas de cierta izquierda peronista» como Montoneros, Milei fue más lejos: negó el terrorismo de Estado como plan sistemático de tortura y desaparición de personas. Incluso habló de excesos de las Fuerzas Armadas. Un argumento que usaron los genocidas durante los juicios de Memoria, Verdad y Justicia. Todo indica que mucha gente vio y aplaudió Argentina, 1985, pero no la entendió o eligió no entenderla.

Además, los colaboradores de Milei tuvieron bastantes furcios -para ser moderados con los adjetivos- en temas en los que pudieron no decir nada. Ejemplo: Lilia Lemoine y el proyecto de ley que supuestamente impulsará para que los progenitores puedan renunciar a su paternidad.

La desopilante entrevista a Lilia Lemoine de Baby Etchecopar.

Pese a eso, la fuerza libertaria avanza con su discurso sobre la maldita casta. Es un discurso que cuaja en un país que tiene material audiovisual explícito sobre el tema. Martín Insaurralde con Sofía Clerici son la casta en acción, haciendo lo que mejor saben hacer. Lo mismo con el caso bonaerense de Julio Chocolate Rigau. Un relato a la medida: un puntero de la legislatura con decenas de tarjetas de débito de empleados públicos en un cajero automático sacando mucha mucha plata. Para quienes reducen todo el quehacer político a la modalidad, son imágenes y relatos que duelen, enojan.

Por su parte, Patricia Bullrich hizo lo que pudo. Ante la envergadura del discurso anticasta de Milei, quedó pedaleando en el aire. Apuntó a lo posible, pero limitado: el fin del kirchnerismo. Un discurso bastante cuestionable en términos de violencia. No propone discutir o combatir al oficialismo, propone desaparecerlo, exterminarlo. Quizá sea muy 2015 para que ahora funcione ante un electorado que está cansado de esa rama del peronismo progresista, pero también está cansado de los dirigentes políticos de larga trayectoria. Es decir, están cansados de Bullrich, que representa a la casta tan bien como Cristina Kirchner. Incluso participó de más espacios y estuvo en distintos gobiernos.

Patricia Bullrich con los gobernadores de su espacio político.

Amén de eso, tiene una carta fuertísima: 10 gobernadores que la respaldan y la primera minoría en el Congreso. Por eso, además de destrozar a un kirchnerismo sumamente debilitado y recluido en Provincia de Buenos Aires, la ex ministra de Seguridad propone la razonabilidad. Las medidas que tome -el bimonetarismo de Carlos Melconian y el aumento de presupuesto a las fuerzas de seguridad- tienen un marco de certeza posterior al 10 de diciembre. Técnicamente, son aplicables con la configuración política actual.

Este domingo, huelga decirlo, están en juego dos -o tres, si contamos el discurso anti K de Bullrich– modelos de país. Uno promete continuar con el status quo e intentar dar un giro a la derecha que le permita sostenerse en el poder. Quizá es muy reduccionista: intentará sostener el esquema de solidaridad del sistema argentino, pero dará concesiones en pos de la gobernabilidad. Otro pretende destruir los consensos democráticos y rearmar el país desde cenizas.

Sea como sea, el 23 de octubre será un día muy distinto. Habrá un país muy distinto.

La fragmentación de las fuerzas políticas será inevitable. Si Milei gana en primera vuelta, Unión por la Patria y Juntos por el Cambio se romperán. El peronismo buscará ser la oposición más combativa, al tiempo que atravesará una dura interna para ver quién timonea el proceso de renovación. Los tres nombres que conformaron la alianza que ganó en 2019 (Cristina Kirchner, Sergio Massa y Alberto Fernández) quedarán relegados en lo inmediato y deberán ver cómo reincorporarse a la vida proselitista. Juntos por el Cambio, por su lado, sufrirá un duro quiebre. Habrá una línea fuerte: los gobernadores. Otra que resurgirá: el radicalismo. Y una que negociará con Milei: el sector que apoye a Mauricio Macri.

Si ningún candidato supera el 45% de los votos válidos o el 40% con una diferencia de 10 puntos respecto al segundo, habrá segunda vuelta el 19 de noviembre. Las probabilidades indican que Javier Milei estará en esa compulsa. También se contempla que esté Sergio Massa, que sea el hombre que fuerce el balotaje. En tal caso, la polarización extrema también hará quebrar a Juntos por el Cambio. La pregunta quedará abierta: cambio libertario o razonabilidad peronista. Difícil para los votantes de Bullrich, que llevan años de diferencias aparentemente irreconocibles con el kirchnerismo que prometen destruir. Difícil para Massa convencerlos de que su rival es peor. Fácil para Milei continuar con su discurso a ver qué gana.

Scroll to top
Close