Natalidad en San Juan: menos bebés, menos madres adolescentes y más planificación familiar
En los últimos 10 años la natalidad en San Juan cayó casi un 35%, en consonancia con las estadísticas nacionales. Indicadores y debates de un fenómeno multicausal de escala global.

Durante las últimas semanas se puso en cuestión la baja de la natalidad en Argentina y San Juan no es ajena a las estadísticas que indican que cada vez nacen menos bebés. Según el informe de la Universidad Austral, la tasa de natalidad cayó un 40% en el país durante los últimos 10 años.
La cuestión sobre la baja natalidad representa, no sólo una discusión sobre el futuro, si no sobre el presente. Está sucediendo: en la Ciudad de Buenos Aires ya hay más mascotas que niños. Si alguna vez Alberdi afirmó que gobernar es poblar, hoy poblar cobra otros sentidos.
En consonancia con las estadísticas nacionales, del 2014 al 2024 en San Juan la tasa de natalidad cayó casi un 35%: de 13096 nacimientos registrados en 2014 a 8653 en el 2024. Un informe del Registro Nacional de Personas (RENAPER) del año 2023 señala que, por debajo de las provincias más pobladas como Buenos Aires, Santa Fe o Córdoba, San Juan se encuentra en el puesto 14 de nacimientos. Sin embargo, está entre las de mayor tasa bruta de natalidad (número de nacimientos por cada mil habitantes) junto con las provincias del norte argentino. El dato indica aproximadamente 13 nacimientos por cada 1000 habitantes en la provincia.
Otro dato relevante es la disminución en la cantidad de madres adolescentes. A diferencia de las provincias norteñas, los nacimientos de madres adolescentes representan cerca del 10% de los nacimientos totales de San Juan. Por su parte, casi el 30% de las madres que dan a luz se encuentran en la franja etaria de los 25 a los 29 años. Aunque los datos indican una tendencia creciente a postergar la maternidad.
Anillo, convivencia e ¿hijos?
A contramano de lo que podría creerse, los casamientos en la provincia van en aumento con respecto al año pasado, así lo declaró la directora del Registro Civil, Verónica Benedetto. A su vez muchos también optan por la unión convivencial. Las parejas se siguen casando, siguen eligiendo convivir pero, ¿qué sucede con la elección de tener hijos?
Mientras el presidente atribuye la baja en las tasas de natalidad al aborto, los especialistas se encargan de desmentir y fundamentar. Se trata de un fenómeno mundial con múltiples causas. Los indicadores son muchos: la inserción de la mujer al mercado de trabajo, las condiciones actuales de inestabilidad laboral, el acceso a información y anticonceptivos, la crisis habitacional, la falta de seguridad social, la posibilidad de abortar, la mayor esperanza de vida, etc. Todos estos factores, entre muchos más de índole social e individual, contribuyen por un lado, a la postergación de la maternidad o por el otro, a que los hijos no estén dentro del proyecto de muchas personas.
Lejos de representar los valores de Dios, patria y familia, nuestros principales mandatarios demuestran poca durabilidad en sus vínculos afectivos, la ruptura de lazos familiares y la centralidad de los hijitos de cuatro patas. Pero, en definitiva, también muestran que una vida por fuera de los parámetros establecidos es posible y para muchos deseable.
Las parejas se siguen casando, siguen eligiendo convivir pero, ¿qué sucede con la elección de tener hijos?
No todo es crisis y extinción de la especie. Existen indicadores en países europeos con PBI estables donde las tasas de natalidad caen hace años. Es que, hoy en día quienes sí desean tener hijos —en especial las mujeres— se enfrentan principalmente con el cómo y, sobre todo, el para qué. En este sentido, el cambio en la concepción de la maternidad y la paternidad es también algo cultural atravesado por componentes económicos, de clase, de género, de estudio, laborales etc. Y aquí es donde la planificación familiar y las políticas públicas se vuelven fundamentales para promover o desalentar la idea.
Despolíticas de natalidad
Durante las últimas décadas, Argentina promovió políticas en torno al cuidado de derechos sexuales y reproductivos y el control de la natalidad. Se trata de leyes como la de Salud Sexual y Procreación Responsable, la Ley de Educación Sexual Integral, la Ley de Parto Respetado, el Plan Qunita y el de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia (ENIA) —desmantelado por el gobierno actual—, el Plan 1000 Días que fue sancionado junto con la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, son sólo algunas.

Todas estas políticas buscan fomentar el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos pero también promueven las estrategias de planificación familiar y otorgan la garantía de un Estado que debe acompañar el proceso de embarazo, parto y crianza. Poner estos derechos en cuestión, es poner en cuestión garantías constitucionales para los argentinos y, en particular, las argentinas.
Además, la baja en la natalidad es ya un hecho y señala la necesidad de comenzar a trabajar en políticas al respecto. Por un lado, para garantizar los derechos de una población cada vez más envejecida que requerirá repensar el régimen previsional, el acceso a la salud en adultos mayores y las tareas de cuidado. Por otro, para promover políticas que alienten la decisión de tener hijos para quienes así lo desean: licencias parentales más extensas, redes de apoyo a la maternidad, exenciones impositivas, espacios de educación para las infancias, etc. Porque para poblar, primero hay que gobernar.