El ataque político a Romina Rosas, la intendenta caucetera que resiste los embates de propios y ajenos
Es la única intendenta que se plantó contra Orrego y está pagando el precio con ataques mediáticos. La interna del PJ la relega permanentemente. ¿Puede el peronismo cerrar filas detrás de Romina Rosas?

Una población de 44 mil habitantes en un territorio de 7.500 metros cuadrados. Caucete. Allí, Romina Rosas transita su segundo mandato como intendenta. Es la única jefa comunal peronista que decidió confrontar abiertamente al gobernador Marcelo Orrego. Hoy enfrenta operaciones mediáticas y políticas del oficialismo, cuestionamientos internos en el PJ y una situación institucional delicada.
Desde diciembre de 2023, la gestión de Rosas se convirtió en blanco permanente del orreguismo. A diferencia de otros municipios peronistas, el oficialismo provincial eligió a Caucete como terreno de confrontación directa. Ni siquiera en Ullum —donde gobierna el también peronista «Pollo» Domínguez— se registró una ofensiva similar. Las críticas provinieron de los niveles más altos del gobierno y se amplificaron a través de medios alineados con Casa de Gobierno.

La tensión escaló en enero de 2024, cuando Rosas, a pocas semanas de la asunción de Orrego, decidió levantar el perfil y cuestionar públicamente la falta de respuestas del Ejecutivo provincial. Fue la única de los 15 intendentes peronistas que rompió con la tónica de silencio y prudencia. En un contexto en que el orreguismo exhibe niveles de aprobación cercanos al 65 % y los fondos provinciales y nacionales escasean, su actitud fue vista como un acto temerario… o de resistencia.
Una interna feroz
La intendenta no solo enfrenta críticas del oficialismo: su propio partido también la dejó sola durante buena parte de 2024. En un momento en que el peronismo sanjuanino busca rearmarse tras la derrota electoral, Rosas intentó posicionarse como una conducción alternativa. Lo hizo sin consultar a las figuras históricas del PJ, como José Luis Gioja o Sergio Uñac, y comenzó a tejer una red de diálogo con mujeres de otros departamentos. Esa jugada fue leída como una amenaza y respondida con operaciones internas: vaciamiento de actos, críticas públicas y en off, y un congelamiento político.
Recién en 2025 comenzó a recomponer vínculos. Volvió a sentarse en la mesa de Uñac y a participar en reuniones con intendentes. El último miércoles se mostró en el departamento 9 de Julio, algo que en 2024 era impensado. La presencia de dirigentes como el presidente del PJ provincial, Quiroga Moyano, o como Cristian Andino en la apertura de sesiones del Concejo Deliberante caucetero muestra que el clima interno comienza a cambiar. Pero el respaldo pleno aún está lejos.

La gobernabilidad en Caucete también está comprometida. Por las lógicas propias de la ley electoral —el SIPAD—, la intendenta no cuenta con mayoría en el Concejo Deliberante, donde dos concejales que, en apariencia, pertenecen a su espacio responden a la referente local Sonia Recabarren y suelen alinearse con el orreguismo. Esa minoría le impidió aprobar el presupuesto 2025, que contemplaba una reducción en los sueldos de los ediles. Hoy, el municipio sigue operando con el presupuesto del año anterior.

La situación es aprovechada por detractores tanto internos como externos. El concejal Emanuel Castro, alineado con el orreguismo, denunció públicamente que la gestión incrementó en un 40% los cargos políticos entre 2023 y 2024, creando 25 nuevas áreas y direcciones. Según Castro, el 80 % del presupuesto local se destina a gastos corrientes —como sueldos, combustible y materiales—, lo que limita la inversión en obras públicas.
Además, cuestionó la tercerización de tareas básicas como el bacheo o el cambio de luminarias, y denunció que muchas de las obras actuales se ejecutan gracias al financiamiento provincial. También puso el foco en los 650 beneficiarios del Programa de Inclusión Laboral (PIL), que representan un gasto mensual superior a los 60 millones de pesos, y mencionó una supuesta deuda millonaria con la empresa distribuidora de energía eléctrica.

El gobernador Orrego no tardó en alinearse con esa crítica: pidió públicamente a los intendentes que se hagan cargo de ordenar sus cuentas y advirtió sobre la “superpoblación de personal en algunos municipios”.
La respuesta de Rosas
Frente a estas acusaciones, Romina Rosas respondió con una carta pública dirigida al gobernador. En el texto denuncia una campaña de desprestigio sistemática y recuerda que, desde 2019, su gestión redujo más del 50% del gasto político en comparación con la administración anterior, y que no ha incorporado personal a planta permanente en más de cinco años.
“Esta Intendenta no aumentó la planta política, sino que la disminuyó y sostuvo esa decisión, y el personal —tanto obrero como administrativo— es el estrictamente necesario para avanzar en obras y servicios, frente a recursos escasos y necesidades infinitas”, afirmó Rosas en uno de los pasajes más firmes de la carta.
También cuestionó, con cifras concretas, al municipio de Capital —que cuenta con 142 cargos políticos— y al de Santa Lucía, ambos alineados con Orrego, por no haber aplicado ningún recorte.
Desafiante, Rosas advirtió: “Tampoco voy a permitir que se me presione con este tema para recibir los fondos que, por ley provincial, le pertenecen a los cauceteros”.
Más allá de las acusaciones cruzadas, la intendenta sostuvo que lo que está en juego es el abandono de responsabilidades esenciales por parte de la Provincia: salud, cloacas, seguridad, obras, viviendas, rutas. Insistió en que los municipios están asumiendo competencias propias del gobierno provincial. La falta de viviendas en Caucete —más de 4.000— es uno de los reclamos más reiterados.
¿La última resistencia?
Romina Rosas eligió confrontar donde otros optaron por esperar. Su discurso apunta a posicionarse como referente de un peronismo que, hasta ahora, no logra recomponerse. Aunque estuvo políticamente aislada, su figura comienza a reunir apoyos incipientes que podrían convertirse en el germen de un ordenamiento interno.

La pregunta que comienza a emerger es si el peronismo sanjuanino —fragmentado, golpeado, disperso y sin rumbo claro— está dispuesto a cerrar filas detrás de una figura que fue la única que no se calló ante el poder orreguista. Y si Rosas, con un municipio sin fondos, sin mayoría y bajo fuego, puede seguir siendo esa voz disonante que incomoda a propios y ajenos.