Si hay algo que aprendimos es que la escuela sirve

La especialista Florencia Wortman analizó los desafíos del sistema educativo, que se replegó en los hogares de los niños y niñas durante la pandemia. Cómo afrontar los cambios que trajo la «domiciliarización» de la escuela.

Lunes 6 de junio – 14:02hs

El reclamo por salarios dignos para la docencia que comenzó este 25 de mayo pasado y aún no se resuelve, puso en discusión la tarea de los docentes sanjuaninos y su rol esencial en la sociedad. En el contexto de ¿pos? pandemia en el que estamos, parece ser más importante que nunca cuestionarnos de qué forma hacemos la escuela que hacemos.

Este sábado en la mañana, al aire de “Estamos a favor”, con la conducción de Miguel Ambas, junto a Nidia Bazán y Juan Yáñez en Radio Comunitaria La Lechuza, la licenciada en Ciencias de la Educación de la UNSJ, Florencia Wortman, analizó lo que quedó del sistema educativo tras los cambios que se hicieron al restringirse la presencialidad en pandemia.

“La pandemia vino a mostrarnos cosas que estaban ahí, problemas que ya se conocían y otros que se profundizaron: la desigualdad en el acceso a la tecnología, a la conectividad, a recursos para hacer tareas”, dijo Florencia, respecto a los elementos estructurales que forman parte del sistema educativo y que ya eran una falencia antes de la llegada del Covid-19.

La “domiciliarización” de la escuela

Los chicos y chicas de San Juan, de todos los niveles, continuaron con las clases en casa: quienes contaban con un teléfono celular y una mínima conexión a internet, recibían las guías de trabajo por WhatsApp y así mantenían el contacto con sus docentes. Quienes estaban fuera de este acceso, se encontraron en una situación mucho más complicada, en que muchas maestras se encargaron de hacerles llegar las guías impresas a sus casas inclusive.

Florencia Wortman en Radio La Lechuza

La escuela de pandemia fue, según Florencia Wortman, 12 o 14 guías para chicos y chicas por semana, más las tareas de cuidado que las niñas y adolescentes tenían que cubrir en sus hogares. Todo esto, con un mínimo contacto con los docentes, sin tener explicaciones para hacer las tareas. Recibir, hacer y entregar. Una mecanización del proceso educativo que, sobre todo en el nivel inicial y primario, es la base fundamental de la socialización inicial.

En esta vorágine de cambio que introdujo la pandemia, poco se los consultó a los chicos y chicas. “El ritmo de trabajo fue como una bulimia educativa, esta sensación de no tener una rutina. Los chicos se sintieron sobrecargados y abandonados, con esta intermitencia que adoptó la escuela”, expresó la docente e investigadora de la UNSJ.

“Para mi hay una buena noticia en todo esto y es darnos cuenta que la escuela sirve, cuando vemos hoy las consecuencias de su ausencia”, dijo con énfasis, al referirse a los niveles de frustración, repitencia y deserción que hoy se ven tras la pandemia.

El desafío pedagógico

Cabe destacar que la incertidumbre en docentes y en toda la comunidad educativa fue generalizada. Las políticas públicas para mantener el vínculo docente fueron, al menos, insuficientes. Docentes trabajando en todo momento a través de sus celulares, con la complejidad de llevar a delante muchos sus propias familias, haciendo lo que podían.

Según Wortman, el desafío ahora es revisar qué vamos a hacer para recuperar lo que faltó en la virtualidad y salir del laberinto que ya conocemos: o los chicos aprueban y pasan de año, o reprueban y deben repetir. “La repitencia genera frustración, baja autoestima, y en una última instancia genera abandono de escuela”, explica la especialista.

Y las preguntas son muchas: “¿Qué hacemos para salir de esta trampa? ¿Qué otras estrategias podemos pensar para que los chicos aprendan? ¿Cómo se acompañan trayectorias estudiantiles que fueron desiguales?” se pregunta Florencia al aire de La Lechuza. “Si no pensamos una estrategia distinta, es muy difícil que la repitencia sea exitosa”.

Hasta el momento, para Wortman la única salida está en barajar y dar de nuevo, pensar fuera de lo que el sistema educativo ya hizo. Pensar la escuela en otros tiempos, con más personas involucradas y distintas funciones, salir de la histórica respuesta de la secundaria, que acostumbró a agregar más contenidos en el mismo tiempo. “Nos está faltando creatividad”.

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