Quién es Rubén Uñac, quiénes son sus colaboradores íntimos y qué impronta tendrá un eventual gobierno

Es el candidato a gobernador por el sublema Vamos San Juan. Es la primera vez que se postula para un cargo ejecutivo. Enfrenta a dos líderes probados.

Efectivamente, era el Plan B. Hubo algunas mínimas dudas al principio, cuando pusieron a rodar otros nombres del círculo más íntimo de Casa de Gobierno, pero se descartaron ni bien se conoció el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación: Sergio Uñac está inhabilitado para postularse a un nuevo mandato. Su sucesor, elegido de forma discrecional por el mandatario gracias a la reforma del Código Electoral, es el senador nacional (y aún más importante, un familiar, un hermano) Rubén Uñac. Enfrenta a dos líderes probados: el tres veces gobernador de la provincia, José Luis Gioja, y el dos veces intendente de Santa Lucía, Marcelo Orrego.

La sucesión uñaquista

El escenario de sucesión arrancó ni bien se conoció la medida cautelar que trabó el máximo tribunal de la Nación para suspender las elecciones en la categoría a gobernador y vice. Sonaron (deslizaron distintos sectores del uñaquismo) nombres de posibles aspirantes a la Gobernación en caso de que la decisión de la Corte fuese contraria a la intención de Sergio Uñac de ir por un (entonces tercero, ahora sabemos que cuarto) periodo al frente del Ejecutivo provincial. En un momento, se cortó en tres figuras: el senador nacional, el vicegobernador Roberto Gattoni, y el ministro de Desarrollo Humano e intendente electo de Pocito, Fabián Aballay.

De izquierda a derecha: Rubén Uñac, Roberto Gattoni y Fabián Aballay.

En esa danza, cuyo paralelismo más cercano debería ser una pulseada de tres personas, cobró fuerza de manera particular el hermano del Gobernador, que había consultado con dirigentes del espectro político, sindical, y comunal qué opinaban acerca de otro Uñac en la boleta final. No hubo resistencia.

Hay versiones que indicaron que los mismos intendentes electos el 14 de mayo, con el albardonero Juan Carlos Abarca a la cabeza, pidieron por el parlamentario. “Se está viendo la posibilidad de un Uñac para que pueda seguir gobernando”, dijo a la prensa horas antes del anuncio definitivo. Ya en ese entonces, el Plan B estaba en marcha y Rubén Uñac ya lo sabía.

Algo contó el ahora aspirante al Sillón de Sarmiento por el sublema Vamos San Juan. “Después de muchas consultas mi hermano me llama por teléfono y me lo dice: ‘Está decidido, vos vas a ser el candidato’, y así lo asumí, como un gran compromiso, como un desafío y no le iba a escapar al destino”, comentó, en un acto de la Mesa Mujeres del Partido Justicialista, un viernes en la sede partidaria de calle 25 de Mayo. El candidato del “paladar negro”, el arquitecto del tan mentado “modelo San Juan” se puso el traje de contendiente. Un traje que, depende quien lo mire, le queda grande o a la medida.

Rubén Uñac y Cristian Andino en la sede del Partido Justicialista con las mujeres militantes. Foto: El Zonda

Las críticas son internas y externas. La oposición hizo un festín cuando el Uñac candidato habló por primera vez como tal. El discurso fue cuestionable, incluso más tarde salió a pedir disculpas y optó por dar entrevistas televisivas bajo un estricto protocolo o simplemente que sean escritas. La coloquialidad ganó la parada en ese evento justicialista. Pasó del “éramos dos boludos” al “se van a cagar para ganarnos” y, entremedio, lanzó algunas metáforas algo rebuscadas como “no necesito atriles porque ustedes (por la militancia presente) son quienes me sostienen”. Lo cierto es que Rubén Uñac no es un hombre de palabras públicas. Hasta ahora, que debe enfrentarse de lleno con los medios y la militancia multitudinaria, optó por no hacer uso de los recursos discursivos.

Por el contrario, es un armador, un operador, el dirigente que mueve los hilos que apenas se ven.

Las voces críticas internas, que son pocas, alimentan el argumento básico: “Salvo por el apellido, no tiene votos ni experiencia en el terreno”. Son categóricos. Aunque es fácilmente rebatible desde el posicionamiento mayoritario: “Es un Uñac”. Listo. Sus votos provienen de su hermano, dos veces gobernador. Además de la practicidad de una campaña que apenas hubo que retocar, pues ya estaba montada sobre la base U.

El camino del candidato

La carrera del Uñac de las pocas palabras arrancó en 1990 cuando fue consejero titular del Partido Justicialista de San Juan, cargo al que llegó por intercesión de su padre, el caudillo de Pocito, Joaquín “Coco” Uñac, un estrecho colaborador del gobernador menemista Jorge Escobar.

Sergio y Rubén junto a su padre «Coco» Uñac. Foto: Tiempo de San Juan

Buena parte de la carrera política de Sergio y Rubén es gracias a su padre, que los incorporó a su equipo de trabajo y los posicionó inicialmente en el radar de los mandatarios. Es así que el abogado egresado de la Universidad Nacional de Córdoba llegó al puesto de secretario administrativo de la Cámara de Diputados local. Luego pasó a ser diputado nacional en 2005, donde se mostró como buen alfil del proyecto provincial y se ganó la candidatura a la vicegobernación en 2007, cuando acompañó a José Luis Gioja, y ganó.

Rubén Uñac tiene algo que no tiene Sergio. Es una idea que está instalada en la cabeza de los uñaquistas. “Rubén tiene el estilo de Gioja, es cercano, le gusta la gente y tiene amigos militantes a donde va”, contaron fuentes calificadas.

Pudo probarlo cuando fue candidato a senador nacional en 2017, la primera vez que se midió como cabeza de lista en medio de una interna con su ex jefe, “Flaco” Gioja, que lideró la categoría de diputados, en una misma lista, pero con chispazos constantes con Sergio Uñac. Tuvo viento de cola. Ya en ese momento, era el representante fiel de su hermano. Lo mismo que ocurre ahora.

Una vez en el Senado de la Nación, ocupó el lugar que generalmente está destinado a los sanjuaninos: la presidencia de la Comisión de Minería. En ese rol se ubicó como moderador de los debates de la Cámara alta. Casi sin hablar en las sesiones, el Uñac parlamentario sostiene relaciones con las dos alas del peronismo: el kirchnerista y el federal, referenciados en Cristina Kirchner, y un grupo de gobernadores del Partido Justicialista en sus provincias, como el caso de los cordobeses.

Es sabida y muy citada la visita de la senadora Anabel Fernández Sagasti, la mendocina de estrecho vínculo con CFK, a San Juan. Fue fruto de las gestiones de Rubén Uñac.

Hace lo que sabe: tejer alianzas. Es una virtud en la marea de expresiones políticas que existen. Pero también es escaso el conocimiento que da la experiencia de la gestión ejecutiva.

Durante la previa a la campaña 2023, el mayor de los Uñac se puso la mochila en la espalda y salió a recorrer los departamentos. En un principio, eran tres los lugartenientes del uñaquismo: él, el ministro de Gobierno Alberto Hensel y el ministro de Desarrollo Humano Fabián Aballay. Sin embargo, con el correr de los meses y de los intereses particulares de cada dirigente, quedó solo como emisario del Gobernador. Fundamentalmente porque sus compañeros de viaje al Interior de la provincia fueron llamados a dar pelea en sus territorios. Los resultados son conocidos: Aballay triunfó con contundencia en Pocito, Hensel perdió de forma sorpresiva en Sarmiento.

Los colaboradores íntimos

Rubén Uñac, entonces, se rodeó de sus alfiles más cercanos y de extrema confianza. En el streaming del diario Tiempo de San Juan, el subsecretario General de la Gobernación, Marcelo Espósito, lo dijo abiertamente. Hay un grupo de WhatsApp anterior a cualquier candidatura que se llama “Rubencistas”. Una palabra que pasó a ser un concepto y que será, probablemente, motivo de disputas futuras entre funcionarios y militantes. Nadie tuvo acceso a ese grupo, al menos no La Mecha, pero hay colaboradores que son innegables y que lo integran.

El más cercano -y más resistivo por el uñaquismo de Sergio– es su asesor principal en el Senado y director de la Casa de San Juan en Buenos Aires, Juan Cruz Dávila, más conocido como Toki. Ni bien Rubén quedó al frente de la boleta, pasó a hacerse cargo de la campaña proselitista. Un llamado puede subir o bajar a un dirigente. Pero ahora no está enfocado en eso. Más bien puso el foco en dar a cada uno lo que sea necesario para garantizar los votos. En estos momentos, el de categoría A1T en la Cámara alta, está a la caza de fiscales. A nivel global, en tanto, tomó como suya el ordenamiento de la rama juvenil del peronismo

En la mesa chica del senador, además de Espósito y Dávila, hay dos funcionarios de la gestión actual: el ministro de Minería, Carlos Astudillo, y la secretaria de Ciencia y Técnica, María Verónica Benavente.

De izquierda a derecha: Marcélo Espósito, Juan Cruz Dávila y Marita Benavente

Con el primero, está en permanente contacto por su tarea al frente de la Comisión en el Senado. Lo incorporó de lleno a la campaña, participa de caminatas, actos, discursos. Algo que antes no sucedía, pues sólo era considerado un cuadro técnico. En cuanto a Benavente, es una incorporación más reciente. La puso a cargo de la generación de propuestas para cada departamento. Su tarea es articular por fuera de los intendentes, en un comando provincial, para conocer de primera mano qué pasa en los distritos.

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