El lugar que una habita

El inicio de la temporada 2023 del Museo Franklin Rawson cuenta con la muestra “Falsa Tormenta”, de la sanjuanina Mariana Juárez. Charlamos con ella sobre su reciente producción y nos animamos a profundizar en sus visiones artísticas

Llevar a escena lo propio es un mandato del imperialismo visual. Como nunca antes en nuestra historia, las imágenes y su construcción juegan un rol esencial en la vida cotidiana. No sólo hablamos de la manipulación de signos que nos venden productos y servicios (generan la actitud/conducta de compra, diría la Publicidad): nosotras y nosotros nos ofrecemos voluntariamente al mercado, ahorrándole en focus groups al brindarnos enredes sociales. 

En este presente atravesado por IA, naturalización de conductas y crisis congénitas en Latinoamérica, ¿qué tienen para decir las producciones artísticas contemporáneas? Mariana Juárez es Licenciada en Artes Visuales. Pero más allá de lo académico, ha sido parte de la gestión de espacios emblemáticos en la producción artística autogestionada local como La Mandorla y Patricias, ha presentado obras durante sus años universitarios y post-universitarios y actualmente reside en Buenos Aires. Mariana es una incógnita para el sistema.

Falsa Tormenta” comenzó a pensarse en pandemia y su proceso cerró este año. La muestra, disponible hasta el 2 de julio, está atravesada por los grandes tópicos que remueven a esta artista. Desde La Mecha dialogamos con ella para conocer más sobre los territorios que transita.

Los sentidos que hay detrás

Cuando Mariana Juárez describe a esta muestra, puede pensarse en una decantación. Junto a Nelson Cuello, curador de toda la obra y parte del colectivo “Drama” (proyecto orientado a la producción, crítica, difusión y conocimiento sobre el arte contemporáneo en San Juan) comenzaron con el proceso en 2021 y la recurrencia entre ambos fue dibujando el camino: “Creo que al estar pensando todo el tiempo en esto es como que en algún momento debía suceder algo que me determinara, que cerrara lo que veníamos trabajando”.

Hablamos del deadline personal, cuando quién produce siente que el recipiente rebalsa. En su caso, fue una tormenta fuerte que la envolvió en plena calle: “Siento que el nombre ‘Falsa Tormenta’ tiene que ver con una puesta en escena de esa sensación. Una sensación de algo que está más allá de nosotres, algo más grande, inconmensurable. Viene un poco por ahí”.

Exposiciones personales

Falsa Tormenta” es su primera muestra individual. Mariana detalla que históricamente ha participado de exposiciones colectivas y ha trabajado del otro lado de las muestras, del lado de la gestión, por lo que esta es su primera vez en solitario. Agrega que éste último no es un trabajo en soledad y destaca el protagonismo del curador: “Nelson es mi amigo. Me conoce, conoce mi obra y mi forma de pensar. Ha sido bastante sencillo trabajar de esa manera porque entre los dos fuimos armando la muestra con la selección de las obras. A medida que recorríamos ese camino y charlábamos, pensamos también en el montaje y la curaduría”. En toda colaboración hay retroalimentación, hay un objetivo común para quienes producen. Ambos dibujan una hoja de ruta, descubriendo caminos y atajos y, en ellos, redescubriéndose.

Las búsquedas en la obra y en su trayecto

La muestra es diversa. Incluye fotografías en las que la artista utiliza diversas técnicas, además de objetos de la naturaleza que, en combinación con múltiples luces, juegan con sus sombras y reflejos en espejos. ¿Qué objetivos hay detrás? Para Mariana, su obra está atravesada por el misterio en torno a tres grandes temas, como son la muerte, la trascendencia y el tiempo. Temas que le venían susurrando sus secretos senderos y que en occidente continúan velados, pese a estar brevemente en agenda durante la pandemia de COVID-19.

Mariana siente que sus búsquedas son inconscientes hasta que algo las saca de ése lugar. Y en su experiencia, poder ver su trabajo desde el presente hacia atrás, le da mayor claridad para descubrir constantes: “Son grandes temas universales, pero, al mismo tiempo, son bastante específicos. La idea del tiempo es algo que siempre ha recorrido mi obra. Va totalmente de la mano con la idea de la muerte, de la vida. Son los intereses que tengo dentro de la producción”.

Mariana Juárez cuenta con una brújula: su obra. Obra que, también es, un artefacto que le permite ir y volver al momento que desea, sea placentero, sea doloroso, para así transformarlo en arte.

Falsa Tormenta” incluye obras del 2011 en adelante, no como una retrospectiva, sino como un diálogo atravesado por esos tres temas: “Las obras más viejas y las más reciente recorren los mismos intereses, las mismas ideas. Hay un diálogo entre ellas”. Si el diálogo es una imposibilidad en nuestros tiempos, comunicar en una muestra es un deber ser, un contramandato.

El armado también está pensado de forma similar. No visto como una acción de un individuo, el montaje es aquí un trabajo hombro a hombro entre curador y expositor, para interpretar in situ los deseos más íntimos: “También desde el montaje y la curaduría quisimos replicar estas ideas con el tratamiento de la luz, la sombra y la oscuridad. Si pensamos en el inicio de toda fotografía, siempre es la luz, y que estén incluidos estos juegos de luces y sombras dentro del montaje…la idea fue que la sala estuviera un poco oscurecida, con luces dirigidas y puntuales. Todo eso está pensado desde la idea misma de las obras”. La muestra remite directamente al principio básico de la fotografía (escribir con luz), pero llevado a un reflejo, a sombras en la pared. Es imprimir la esencia de los objetos en otro lugar. Lugar que se vuelve una sala de cine, invitando a quien ingresa a un dispositivo de ensoñación.

Como adelantamos, la muestra cuenta con fotografías que incluyen los mismos elementos con los que luego Mariana trabajó las esculturas. Como con Peirce y su primera tríada, cada objeto-elemento tiene un representamen-escultura y un interpretante-fotografía. La muestra es una semiosis infinita de desolaciones: “La idea de que hay una red que recorre todas las obras, una misma sensación, era como que también se podía complementar un poco con el montaje, con la curaduría”.

La geografía interna

Mariana es categórica en torno a la influencia de San Juan en su producción. Para ella, el lugar que habitamos influye en nuestras formas de crear y en la mirada que tenemos sobre el arte. Reconocer entonces que no somos centralidad de la cultura nacional nos condiciona de dos formas: “Nos condiciona para mal en el sentido de que seguimos lejos de los circuitos artísticos que se manejan de manera centralizada, de los mercados del arte, de los espacios de formación. Nuestra realidad como artistas sigue siendo lejana a esos circuitos. De muy complicado acercamiento o acceso. Y eso condiciona nuestra mirada del arte y nuestra forma de producción. Incluso, nuestras ganas de desarrollarnos como artistas. Y para bien, precisamente por el hecho de estar alejados de esos circuitos es que tenemos una mirada diferente con respecto al mercado y lo que éste exige a les artistas”.

Gestión de espacios y proyectos

La artista considera que su producción está también atravesada por lo humano, lo empático. En su caso, haber participado en espacios, grupos de trabajo, en gestión y producción cultural.

Los lugares marcan nuestros caminos: “Espacios como La Mandorla, Patricias y tantos otros que existieron y otros que siguen resistiendo, fueron y son reflejo de una necesidad de políticas culturales para con les artistas que aún no están saldadas en la provincia”.

Luego de tantos años de esas experiencias, el reclamo persiste: que el arte sea una política pública de abajo hacia arriba.

¿La gestión tiene cuotas de algo personal o es puramente colectiva? Reflexionando sobre los quince años que destinó a ello, Mariana lo entiende bajo la órbita de una militancia personal pero también desde una necesidad de lucha colectiva: “Les artistas en San Juan hemos aprendido a armar redes de contención que son las que nos sostienen las ganas, de las que aprendemos y en las que volcamos nuestro trabajo. Y hemos aprendido a generar nuestros propios circuitos, a sostener nuestros propios espacios. Pero todo esto es insostenible en el tiempo sin políticas culturales que lo respalden”. No hay lugar para el puro romanticismo: ante una injusticia, la pelea debe ser por conquistar espacios políticos. La autogestión pura es una utopía, sobre todo en Latinoamérica, donde las luchas por el poder y por la hegemonía atraviesan a todas las clases. 

Habitar otros territorios

Hace casi un año, Mariana tomó la decisión de mudarse a Buenos Aires. El agotamiento de la autogestión la movilizó, con la certeza de ser artista y querer serlo siempre. Parafraseando a Nietzsche, Aquél que tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo: “Sentía que era algo que tenía que hacer porque estaba agotada de la autogestión permanente, de sentirme estancada en el mismo lugar, con los mismos problemas de hace 15 años en cuanto a la producción y a las cuestiones que tienen que ver con el arte”.

¿Hay desarraigo? ¿Es muy pronto para hablar de él? Para la artista, el tema no termina en el extrañamiento: “Habitar una ciudad en la que las relaciones interpersonales son más difíciles, me trajo una mirada más centrada en lo personal en vez de lo grupal. Y para mí, en este momento, eso está muy bien”.

Antes de descomponerse, Mariana escapó. No desde una cobardía. Partió para buscar la muerte, la trascendencia y el tiempo en otro lugar. Busca dialogar con esos protagonistas de su historia desde otros territorios. La “Falsa Tormenta” es fiel reflejo de ello.

Scroll to top
Close