El «discurso del odio» también se debate en la Universidad

El docente e investigador Leonardo Murolo brindó una charla que sirvió de puntapié inicial para otras discusiones. El rol de los medios y cuánta plata le da el Estado a quienes promueven el odio.

Desde el intento de magnicidio de la vicepresidenta CFK, tomó mayor magnitud el debate sobre el “discurso” de odio en redes sociales y medios de comunicación. Leonardo Murolo, doctor en Comunicación, desentrañó algunas premisas en su charla “Cultura de la cancelación y discursos de odio” realizada el pasado martes 13 de septiembre en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de San Juan.

Murolo propone comenzar por observar con qué nos encontramos en las redes sociales y en los medios. Mientras en Twitter, Facebook e Instagram se opta por el anonimato, abundan las cuentas falsas o “Trolls”, Bots y la reiteración, del lado de los medios tradicionales (TV, radio, diarios y revistas) obtenemos la falsa idea de objetividad y verdad. Así, las redes y los medios tradicionales tienen puntos en común: en ambos coexisten fake news o noticias falsas, posverdad, desinformación, cancelación y odio.

La posverdad, en palabras del filósofo contemporáneo Darío Z, es “leer la realidad sólo lo que cuaja y le cierra a lo que previamente uno ya cree”. En este sentido, Murolo plantea que la posverdad no es lo mismo que la fake news o noticias falsas, sino que es algo mucho más amplio: “Es una condición de posibilidad para que existan las noticias falsas. Es decir, un imaginario previo para que yo te pueda decir “esto es así” y vos lo creas y le des “retweet”.

Colaborá con La Mecha – Suscribite acá

Como audiencia y como ciudadanos, es importante que las personas se reconozcan como sujetos sociales y políticos. Entender que «uno es con la propia historia y los propios intereses, porque desde allí es que se eligen los consumos». La cuestión es, entonces, hacer consciente el consumo y cuestionarlo.

El docente explica que la cancelación se sustenta de la posverdad y que al momento de “cancelar”, lo que se suprime son personas y colectivos sociales. En otros términos, bloqueamos o eliminamos de redes sociales y hasta dejamos de saludar a personas por ser “macristas”, “kirchneristas”, por estar «en contra de» o «a favor de». En esto, los medios y las redes tienen mucho que ver, porque instalan una agenda que impone los temas de los que se habla, como así también crean y sostienen imaginarios sociales. Asientan la dicotomía del bien y el mal. Por ejemplo: la dictadura. Hasta el día de hoy hay sectores de nuestra sociedad que siguen negando la existencia de este genocidio. De la misma manera sucede con la idea de que “los pobres son pobres porque quieren”, entre miles más.

Para ahondar en el discurso de odio, son los propios ciudadanos quienes reproducen estigmas, imaginarios sociales y mensajes violentos, tanto en la virtualidad como en la «realidad”. A diario se ven, por ejemplo, exabruptos y ensañamientos en comentarios en las notas de medios, como así también en las diversas redes sociales.

Algo más que añadir es que es necesario comprender que los medios de comunicación hegemónicos y tradicionales tienen intereses políticos y económicos. No se puede hacer una lectura de ellos sin tener esto en cuenta: son estos grandes conglomerados de medios los que se llevan el mayor porcentaje de pauta del Estado Nacional.

El 1% de los medios se llevan el 68% de la pauta. ¿Cuánto llega a los medios cooperativos y comunitarios? ¿Cuánto se invierte en el periodismo alternativo, en aquel que no difunde mensajes de odio? ¿Se permite que las audiencias lleguen a elegir otra manera de informarse o se tiene que seguir bancando a Clarín y al resto de los grandes medios?

¿Se pueden regular los mensajes de odio?

Debería. A entidades como: la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), Ente Nacional de Comunicación (ENACOM), Observatorios de Medios, Defensoría de las Audiencias, les corresponde actuar sobre discursos violentos, entre otras cuestiones. Se pueden regular las políticas de comunicación, se puede legislar en comunicación.

No obstante, ¿qué sucede con las denuncia en redes sociales? La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) no tiene incidencia en este campo. ¿Cuántas veces se denuncian publicaciones y no se dan de baja? ¿Quién decide qué es violencia y que no?

“La regulación no es censura, porque la violencia no es libertad de expresión”. Leonardo Murolo

Scroll to top
Close