Motín en Rusia: el levantamiento de Yevgueni Prigozhin

El viernes pasado, el líder de los mercenarios del Grupo Wagner anunció que se dirigiría hacia Moscú con miles de combatientes armados para exigir la destitución del ministro de defensa. El levantamiento militar más significativo de la Rusia moderna. Estas acciones se desarrollan en el contexto de una larga disputa interna entre Prigozhin y Serguéi Shoigú, ministro de Defensa, que ha estado ocurriendo durante varios años.

El pasado viernes las noticias que llegaban desde Rusia sacudieron al mundo. Yevgueni Prigozhin, jefe de los mercenarios del Grupo Wagner, anunció que marcharía hacia Moscú junto a miles de combatientes armados para exigir la cabeza del ministro de defensa. Esta es una breve historia de los protagonistas de estos hechos y las circunstancias que rodean al levantamiento militar más importante de la Rusia moderna.

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Las internas políticas pueden adquirir muchas formas distintas. Las diferencias personales a veces se enmascaran bajo la apariencia de diferencias ideológicas o programáticas. En algunos casos los dirigentes entienden que es más conveniente sostener una alianza problemática que lidiar con las consecuencias de una ruptura y se alcanza un compromiso pragmático. En otros, las tensiones se vuelven incontenibles y hacen que una situación empeore hasta escapar completamente del control de sus protagonistas, generando consecuencias impensadas. Los hechos sucedidos en Rusia el 23 y 24 de junio son el capítulo más explosivo de una interna que lleva años desarrollándose. La que encabezan Yevgueni Prigozhin, jefe del Grupo Wagner, y Serguéi Shoigú, ministro de Defensa. Hay que recordar estos nombres.

Yevgueni Prigozhin y Serguéi Shoigú

Vidas paralelas

Lo primero que podemos decir es que Prigozhin y Shoigú forman parte del mismo entramado político, ambos son aliados del presidente Vladimir Putin. Pero esto no quiere decir que tengan historias o espíritus similares. En absoluto. Serguéi Kuzhugetovich Shoigú es propiamente parte de la vieja guardia putinista. De padre tuvano y madre ucraniana, viene ocupando cargos en el gobierno federal ruso desde 1991 hasta la actualidad. Inició su carrera política con Yeltsin y la continuó en los sucesivos gobiernos de Putin, atravesando también el mandato de Medvedev. En 2012 llegó a ocupar la jefatura del Ministerio de Defensa, cargo que sostiene hasta hoy. Podría decirse que su nombre va ligado al propio Estado ruso, un cuadro de gobierno que ha tenido enorme capacidad para maniobrar a lo largo de más de treinta años de historia política. Pocos pueden decir que han gozado del favor de Putin durante tanto tiempo.

Yevgueni Viktorovich Prigozhin tiene orígenes mucho más humildes. Nació en Leningrado (actual San Petersburgo), al igual que Putin y gran parte de su círculo de confianza. Pero no es un político de carrera. A los 18 años lo detuvieron por primera vez a raíz de un robo y recibió una condena sin prisión efectiva. Dos años después volvió a caer y esta vez la justicia soviética fue implacable. Estuvo preso entre 1981 y 1990 por robo de departamentos, fraude y liderar una banda criminal. Una vez en libertad se dedicó a manejar un carrito panchero junto a su madre en la feria popular Apraksin. Imbuido por el espíritu de los tiempos que corrían, se dedicó a iniciar diversos emprendimientos que ciertamente fueron bastante exitosos. En 1995 abrió su primer restaurante.

Un buen día del año 2001, Vladimir Putin y el entonces presidente francés Jacques Chirac fueron a cenar a New Island, uno de los restaurantes más lujosos de San Petersburgo y propiedad de nuestro antihéroe. Fue Prigozhin en persona quien les sirvió la comida y algo sucedió en ese momento. Tal vez el particularísimo carisma campechano de Prigozhin, forjado a lo largo de años en el submundo criminal, la cárcel y los negocios peterburgueses, cautivó a Putin. Tal vez simplemente la comida estuvo buenísima. Pero, como sea, empezaron a volverse amigos. En 2003 Putin volvió a New Island para festejar su cumpleaños. La vida de Prigozhin había empezado a cambiar para siempre.

La imagen más famosa de Prigozhin sirviendole a Putin

A lo largo de los siguientes diez años consiguió suculentos contratos con el Estado ruso para que su compañía de cátering proveyera a escuelas, dependencias públicas de todo tipo y hasta a las Fuerzas Armadas. Sus empresas también pasaron a encargarse de organizar los banquetes oficiales que ofrece el Kremlin y la prensa rusa empezó a llamarlo el “Cocinero de Putin”. Fueron años de enorme crecimiento económico y también el momento en el que Prigozhin sintió que podía comenzar a vincularse con el poder político de una manera que no tuviera a la comida como conducto principal. Las circunstancias históricas le dieron la oportunidad de poner sus nuevas ideas en práctica.

Los músicos de la Orquesta

¿Cuál fue el siguiente paso en la carrera de Yevgueni Viktorovich? Fundar una inmensa compañía de mercenarios profesionales, por supuesto. El Grupo Wagner nació en 2014 con la misión de apoyar a los rebeldes de la región del Donbás que luchaban contra el gobierno ucraniano surgido tras el golpe de Estado que derrocó a Víktor Yanukóvich, primer capítulo del conflicto que se extiende hasta nuestros días. Wagner permitía a Rusia involucrarse extraoficialmente en la contienda, ya que el grupo, a pesar de ser subsidiario del Estado ruso, nunca formó parte de las Fuerzas Armadas.

Wagner no es diferente en su composición a las otras compañías militares privadas que existen en el mundo. Sus miembros iniciales fueron reclutados entre círculos de veteranos de guerra deseosos de poner nuevamente en práctica los talentos adquiridos en las campañas de Chechenia.

A medida que la fama del grupo fue creciendo, se acercaron miembros activos de las Fuerzas Armadas interesados en contratos más lucrativos que los que podía ofrecer el Estado. Naturalmente también arribaron ex militares que habían sido desafectados por motivos non sanctos. Wagner buscó con especial a veteranos de las distintas unidades de fuerzas especiales, con su amplia experiencia en combate contra los grupos islamistas del Cáucaso. En definitiva, tipos pesados a los que no hacía falta entrenar, sino simplemente darles armas y mandarlos a donde hiciera falta.

El Grupo Wagner con su líder

En los años siguientes el Grupo extendió sus operaciones a otros países donde Rusia tuviera un interés militar estratégico, como Siria, Libia y Sudán, lugares donde continúa operando hasta hoy. Fue particularmente famosa su actuación junto al Ejército Sirio en la ofensiva para expulsar al Estado Islámico de la histórica ciudad de Palmira. Wagner comenzó a adquirir la reputación de ser uno de los mejores cuerpos de infantería de asalto del mundo. Y ese fue el rol preciso que se les asignó en Ucrania tras el comienzo de la Operación Militar Especial.

El estallido de la guerra en 2022 implicó un salto cuantitativo y cualitativo para el Grupo Wagner y le dio a Yevgueni Prigozhin un lugar de enorme prominencia en los asuntos públicos de Rusia. Su grupo se expandió sumando a sus filas a miles de convictos que Prigozhin reclutaba personalmente viajando por las distintas cárceles de Rusia.

A los convictos se les ofrecía un acuerdo tentador: firmaban un contrato por seis meses para ir al frente a cambio de un salario alto y la limpieza total del prontuario de antecedentes. No podían acceder a este acuerdo quienes estaban cumpliendo penas por delitos graves como asesinato y violación.

Wagner tuvo un rol destacado en algunas de las batallas más importantes de la actual guerra. Protagonizó la captura de las ciudades de Soledar y Bajmut, acciones que constituyen la campaña militar más grande en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial.

En paralelo, y de la mano del enorme crecimiento en sus filas, se fue gestando una subcultura propia de la compañía. El Grupo Wagner comenzó a ser conocido popularmente como la “Orquesta” y sus combatientes como los “músicos”. Ellos abrazaron con gusto esta denominación y se volvió común que los soldados posen con instrumentos musicales en fotos que se difunden después de haber ganado una batalla o capturado una ciudad. Porque otra de las cosas que caracteriza a Wagner es el uso intensísimo de las redes sociales, en especial Telegram. A través de canales públicos distribuyen sus reportes militares, proclamas políticas, testimonios de sus combatientes y, por supuesto, memes. Montones de memes inspirados en la propia cultura del Grupo.

En noviembre del año pasado se los acusó de haber ejecutado a un miembro que los había traicionado y estaba colaborando con Ucrania. El método de ejecución habría sido uno de alta brutalidad: le abrieron la cabeza a martillazos. Cuando la prensa rusa confrontó a Prigozhin con esta historia, él respondió “los perros mueren como perros”. Desde entonces los músicos suelen también posar en las fotos con enormes martillos.

La fallida Marcha de la Justicia

Como dijimos, Yevgueni Prigozhin ha utilizado su creciente popularidad para tratar de intervenir cada vez más en la política rusa. En sus numerosos mensajes públicos a través de Telegram se volvió recurrente que despotrique contra Shoigú, a quien acusa de sabotear las acciones de Wagner en el campo de batalla como parte de un plan mayor para empantanar los avances rusos en la guerra y, por consiguiente, debilitar al propio Putin. Que su compañía no reciba las municiones prometidas o que la aviación rusa priorice otros objetivos antes que los ellos les brindan bien pueden ser acusaciones ciertas, pero lo cierto es que Putin nunca prestó mucha atención a estos reclamos, al menos no públicamente. Los comandantes de la Operación Militar Especial han cambiado varias veces en el último año, pero el nombre del ministro de defensa nunca estuvo en discusión.

El levantamiento del pasado viernes fue la apuesta más arriesgada de Prigozhin hasta ahora. A través de un video de treinta minutos publicado en Telegram, anunció que marcharía directamente hasta Moscú con sus 25.000 combatientes para depurar de traidores el Ministerio de Defensa. Los músicos inmediatamente salieron de sus cuarteles y empezaron a ocupar la ciudad de Rostov del Don, importante centro militar ruso colindante con la región del Donbás. Luego se organizaron los convoyes y empezó la travesía armada hacia Moscú, que Prigozhin bautizó como la Marcha de la Justicia.

¿Prigozhin pensó que con este acto lograría poner a Putin de su lado y desbancar a Shoigú de una vez por todas? Si así fue, no podría haber estado más equivocado. La reacción de Putin fue cerrar filas herméticamente con las Fuerzas Armadas para repeler al Grupo Wagner, a quienes calificó de traidores a Rusia. A Prigozhin se le imputó el delito de rebelión armada y se ordenó su captura inmediata. Alrededor de Moscú rápidamente se posicionaron unidades militares para, de ser necesario, terminar con los músicos insubordinados por la vía armada. ¿El jefe de Wagner pensaba en realidad dar un golpe de Estado y convertirse en presidente? No es posible afirmarlo en este momento, pero sí se sabe a ciencia cierta que a lo largo de las veinticuatro horas que duró el levantamiento, Wagner envió emisarios a los diversos cuarteles por los que pasaron en la marcha hacia Moscú con mensajes invitando a los comandantes a sumarse a la rebelión. Ni uno solo le dio una respuesta afirmativa.

Para el sábado por la tarde, cuando la columna armada de Wagner estaba a las puertas de Moscú y en toda la prensa occidental se especulaba con la inminente caída de Putin, Prigozhin difundió un nuevo mensaje: sus hombres daban la vuelta y volvían a sus posiciones originales en el sur del país. Aseguró haber negociado que habría cambios importantes en el Ministerio de Defensa y por ende todo el asunto estaba terminado. El gobierno ruso dio una versión distinta. A Prigozhin le ofrecieron no detenerlo y juzgarlo si, primero que nada, detenía inmediatamente su marcha, pero también sí ese mismo día abandonaba el país. Por la noche se conoció que ya estaba en Bielorusia. A su vez, el gobierno anunció que los miembros de Wagner que no se sumaron al levantamiento podrán firmar contratos para incorporarse a las Fuerzas Armadas formalmente. Shoigú, hasta ahora, sigue en su cargo.

Prigozhin y el Grupo Wagner abandonan Rostov del Don tras finalizar la rebelión.

De toda esta situación pueden extraerse algunas conclusiones y también varias preguntas que sólo será posible responder a medida que los acontecimientos evolucionen. Primero que nada, puede decirse que Putin actuó con el tacto que suele caracterizar a los líderes de estructuras que tienen tensiones internas fuertes. El presidente nunca había intervenido directamente en la interna Prigozhin-Shoigú, sino que elegía pararse por encima de la disputa, en posición más bien ecuánime. Pero cuando llegó un desafío serio, optó por quien durante décadas le ha dado pruebas de lealtad. Prigozhin sobreestimó su propio poder e influencia, pero, al menos por ahora, logró conservar su cabeza. No muchos comandantes militares rusos que a lo largo de la historia se rebelaron contra el gobierno pueden decir lo mismo. Como sea, los hechos que se han abierto trascienden por mucho a cualquier personalidad individual. ¿Qué pasará con Wagner ahora que el grueso de sus combatientes han sido desmovilizados? Se esperaba que el Grupo volviera a los campos de batalla de Ucrania en agosto, algo que ahora parece improbable sin mucha reorganización mediante. Ni hablar de los contingentes estacionados en el extranjero, que ahora han quedado virtualmente acéfalos. La fallida Marcha de la Justicia no logró ninguno de sus objetivos, pero terminó por poner en crisis el modelo de la Compañía Militar Privada que le había reportado notables éxitos a Rusia en la guerra contra Kiev.

Años atrás, en una entrevista televisiva, Putin sostuvo el siguiente diálogo con un periodista:

– ¿Usted sabe perdonar?

– Sí, pero no todo.

– ¿Qué cosas no se pueden perdonar?

– La traición.

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