La conmoción es la nafta
¿Qué hay en el caldero del recital literario “El Silencio”? Desde La Mecha entrevistamos a Mariana Arias, escritora y gestora cultural local, en vías de encontrar respuestas a esta y otras preguntas más.
Sábado 10 de septiembre de 2022 – 21:01hs
Con Mariana Arias, “la chino”(*), siempre es un acomodarse a lo imprevisible. Para nuestra primera entrevista en 2018, mi principal incentivo fue la laceración que me produjo su obra: había allí un relato a ser desenterrado. La segunda nos reunió en 2021 con la excusa de su tercera publicación y la charla llevó a buscarle otros sentidos a la producción artística y a la pandemia. Hoy, en las vísperas de la época más grata para los alérgenos, el periodismo nos puso a hablar del recital literario el silencio(**).
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¿De qué se trata este evento? La propuesta invita a escribientes a leer cada quince días en diversos espacios, frente a un público que cada día suma más fieles que aceptan el contrato de la escucha silenciosa (más info acá). Y como decía al comienzo de esta nota, con ella siempre hay un margen de riesgo: el objetivo era hablar de el silencio (extraña y atrapante conjugación), pero el diálogo nos llevó a otras reflexiones.
(*),(**) Nota del editor: se ponen en minúscula por voluntad de la entrevistada
En primer lugar, para Mariana el silencio posibilita en cierta forma borrar límites y prejuicios, generando así más dinamismo entre quienes participan. Pero destaca algo que sucede en prácticamente todas las artes: la tendencia a los círculos cerrados entre pares (“A veces es nocivo, en el sentido de que se vuelve una cuestión de acceso medio limitado, porque van a ser los mismos que cayeron en el lugar indicado, en el momento correcto”). El evento, entonces, busca la escucha de creador a creador, más allá de los recorridos personales: más allá de los caminos, somos todxs generadores. El evento, también, desea mayor heterogeneidad.
Éste último proyecto ni cualquiera de sus anteriores prácticas le han significado una meta. La experiencia la ha llevado a gestionar 16 episodios, pero siente que el silencio no es propiedad privada, sino que construye y reconstruye a quienes se suman a participar, además de que aporta a la autoestima literaria local: “Me parece infértil esperar que se irradien los modos de hacer desde otros lugares cuando no tiene sentido. El movimiento es desde adentro hacia afuera”.
¿Hay motivos definidos al momento de escribir y leer lo propio? ¿Existen los “grandes temas”? Para Mariana, la respuesta es simple: “Me ha pasado mucho creer que no puedo ser escritora porque no tengo una vida extraordinaria llena de grandes eventos. Pero de hecho, hoy, me parece que las historias más interesantes son las que no tienen nada para decir más que ‘estoy viva, soy humana, estoy acá.’”
El evento ha pasado por espacios autogestionados del Gran San Juan (¿sirvió esto a su gestora para hacer un mapeo de lugares y escribientes? Seguramente) y por su dinámica, podría pensarse que los escenarios más aptos serían los de grandes teatros. Mariana no descarta su realización ahí pero advierte que la disposición y atmósfera de los lugares afectaría a la entrega. El recital busca conmover: “Esa conmoción que puede generar, me parece importante. Siento que es algo que vale la pena, que está bueno y que sería re interesante que sea un hábito”.
Una pregunta surge. ¿Qué hacer para que el silencio llegue a otros espacios más populares, en un momento en que la palabra se vuelve fundamental para reencontrarnos? Mariana esboza posibles soluciones: “A mí me encantaría que se irradie. Como una práctica. Como un ritual. Me parece que una propuesta interesante es preparar a la audiencia para que lo lleve y lo guíe hacia otros lugares”. Formar circuitos entre distintos lugares y hacer un cruce de públicos y lecturas. No hay secreto: la predisposición de la gente a la escucha es el ingrediente definitivo.
Con Mariana ahondamos en la creación literaria, a modo de reflexión. Y como toda reflexión, lo es sin certezas: “Estamos más en contacto con el lenguaje del consumo. Lo tenemos re bicicleteado. Pero el de la creación literaria, capaz que no. A menos que estés leyendo, escribiendo, pensando sobre lo que leés y escribís y compartiéndolo con otras personas, esa práctica no está, no viene dada. Entonces creo que ir a escuchar te puede tocar algo que active ese lenguaje en vos”.
La Chino excava más. Aclara que hablar del silencio es romperlo. Hay que visitarlo. De hecho, las mejores respuestas pueden estar en quienes participan: “Me parece que lo que nos conmueve de el silencio, donde nos sorprendemos, es que siga yendo gente. Que compartas una experiencia que acabas de vivir con alguien que no conoces. El encuentro. Ese ritual colectivo que se genera puede ser poderosísimo”.
¿Qué objetivo tiene este silencio? ¿Acaso los tiene? Para ella, está en la necesidad de escucharse y ser escuchado. Frente a lo rutinario, el reto se encuentra en hacer espacio al otro para comprender qué es lo que siente: “Si hay algo que puede generar rupturas, movimientos telúricos interiores, es la conmoción. No hay experiencia más directa. Es una percepción muy pura. Y está hecha de vos. Pero está hecha de lo que otro en vos. Entonces es una forma de escucha y de autoconocimiento a la vez”.
Los efectos de la pandemia en la cultura y en los consumos son temas inevitables. Para Mariana, el encierro tuvo algo que ver con los posteriores impulsos a decir y expresar. Siente que todo el tiempo estamos emitiendo quiénes somos: “Me dijeron en los primeros silencios que qué bueno que estuviéramos haciendo nuevamente estas cosas presenciales. Reencontrarnos. Quizás, el cambio de la pandemia ha sido el apreciar el encuentro. El compartir aire, atmósfera con otros cuerpos”.
¿Cómo tomar esos impulsos de crecer y mantenerlos? Para ella tiene que ver más con una actitud personal y no tanto con el producto en sí: “Estás vos en el mundo. Y está en vos cómo vas a dejar que te penetre. De qué manera vas a ser permeable. Creo que podés extraer lo que pueda nutrirte de cualquier cosa, de cualquier idea”. Mariana coloca las piezas en el tablero sin buscar exactitudes. Organiza la experiencia. Y en esa estrategia, devela algo: “Cuando más tengo ganas de vivir, es cuando me siento conmovida por algo. Y me dan ganas de crear. Y de decir. Y de compartir. Y de estar en el mundo”. El silencio está del otro lado: sólo hay que ingresar a él con cautela.