En San Juan creció el empleo para todos, menos para las mujeres
Luego de un 2020 durísimo desde el punto de vista laboral y económico, según el Boletín de Coyuntura Laboral, elaborado por el GESET, en la provincia lograron recuperarse casi todos los grupos sociales y etarios. Sin embargo, hubo uno que no se recuperó por completo: las mujeres jóvenes.
El Grupo de Estudio sobre Sindicatos, Empresas y Trabajo (GESET), el Gabinete de Estudios e Investigación en Sociología (GEIS) junto con la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ), el Instituto de Evaluaciones Socio Económicas (IISE) y el Programa de Investigación y Estudios sobre el Trabajo (PIET), el Boletín de Coyuntura Laboral de San Juan. En este caso, el informe contiene el análisis del contexto ocupacional en la provincia, correspondiente al segundo trimestre del 2021.
Según el informe, realizado sobre la base de investigaciones llevadas a cabo en el Gran San Juan, la actividad creció interanualmente casi 6 puntos. En la misma sintonía, el índice de empleo pasó a ser de 34,1% en el segundo trimestre del 2020, a un 40,4% durante la misma etapa pero del 2021. Esto significa, en términos generales, que los indicadores de trabajo del Gran San Juan nos muestran que los números están volviendo a ser los de antes de la pandemia, es decir, que nos estamos recuperando de la crisis económica producida por la cuarentena.
Según el Boletín de Coyuntura Laboral en San Juan, todos los grupos analizados en la investigación (mujeres de 30 a 64 años, mujeres de 65 años y más, varones hasta 29 años, varones de 30 a 64 años y varones de 65 años y más) lograron recuperarse de la desocupación luego del segundo trimestre de 2021, excepto las mujeres de hasta 29 años, que mantienen su índice.
La desigualdad en las búsquedas laborales y en las oportunidades de ocupar puestos de trabajos entre hombres y mujeres proviene de larga data. La socióloga Paloma Chousal, docente de la UNSJ e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), afirma que «históricamente los lugares que las mujeres ocupamos son los vinculados a los ámbitos privados, los de cuidado, contención y reproducción de la vida». Si bien los tiempos han cambiado y las mujeres cada vez tienen mayor autonomía de sus cuerpos y de sus decisiones, hoy en día el trabajo no remunerado sigue siendo un flagelo para la vida laboral femenina.
La Dra. Tatiana Pizarro, docente e investigadora de la UNSJ y el CONICET, comenta que en su ámbito laboral, es decir, la investigación «llama mucho la atención la cantidad de trabajos y papers que pueden escribir los varones a comparación de los que pueden realizar las mujeres, ya que las mujeres nos quedamos en casa con una doble jornada de trabajo, la laboral y la del trabajo doméstico». En este sentido, Pizarro afirma que los varones extienden su jornada laboral sin tener en cuenta el trabajo del hogar del que también deben hacerse cargo.
El trabajo no remunerado, es decir, el que hacen las mujeres día a día con sus familias, constituye, para los contratantes, un «impedimento». Al empleado varón no le hace falta una licencia por embarazo, no cuida a sus hijos/as, no necesita permiso por lactancia, etc. En suma, para muchos empleadores contratar mujeres supone un gasto y una carga innecesaria.
Silvia Federici, escritora feminista, detalla en su libro “El patriarcado del salario” (2018) que la mujer cumple un papel primordial en la producción y desarrollo capitalista ya que ella es la encargada de servir a los que ganan el salario de manera física, emocional y sexualmente, tenerlos preparados para el trabajo todos los días. Es la crianza de sus hijos asegurándose de que actúen según los parámetros capitalistas, para que luego se puedan convertir en futuros hombres productivos de la ganancia y el salario. La familia es una institución creada del capital para el capital, en el que el ama de casa desempeña un rol indispensable de creadora y reproductora de objetos afines al ciclo capitalista».
Debido a que las mujeres son responsables, en su mayoría, del trabajo doméstico, es que ingresan a las zonas grises de empleo no registrado. Esto quiere decir, forman parte del trabajo invisibilizado y no remunerado. Aunque ellas encuentren una ocupación remunerada, casi nunca pueden librarse de las labores domésticas, lo que les quita tiempo para desempeñarse en su actividad.
La salida de la crisis económica y laboral que persistía en nuestro país y que agravó la pandemia de COVID-19, sin duda no debe dejar pasar por alto las problemáticas que las mujeres atraviesan día a día. Si bien los indicadores son alentadores y nos conducen a una progresiva recuperación económica, corresponde que el análisis sea más exhaustivo y que tengamos en cuenta que el trabajo no remunerado imposibilita a que las mujeres puedan desempeñarse más efectivamente en sus trabajos. No nos debemos olvidar, tampoco, que esta situación es un poco culpa de toda la sociedad: desde quienes las cargan de responsabilidad doméstica hasta quienes no las contratan con esa misma excusa.
La inestabilidad laboral y el sector comercial: otros indicadores en color rojo
Más allá de las mejoras, los empleos siguen siendo inestables en la provincia. Con respecto a la subocupación, se observa un aumento de un 2,1% interanualmente y de un 0,9% con respecto al trimestre pasado. Bautista, de 22 años, conversó con La Mecha y contó su experiencia: «estuve, desde febrero, buscando un trabajo estable. No conseguía, así que trabajé para emprendimientos de amigos/as, colaborando con el reparto de la mercadería». Además, el joven comentó que recién en diciembre, después de 11 meses de búsqueda, logró conseguir un empleo firme. La historia de Bautista es la de muchos jóvenes, que ponen nombre a los fríos números de la subocupación.
Con respecto al índice de desocupación, nos lleva hacia la misma conclusión: mientras que en el segundo trimestre del año pasado era de un 6,5%, actualmente ronda un 4,9%. El sector que más sufrió el desempleo fue el comercio, con cerca de un 1,2%. Los indicadores ayudan a comprender el fenómeno que golpeó al comercio sanjuanino durante la pandemia. Según el informe realizado a fines del 2020 por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), en San Juan cerraron el 16,5% de los comercios.