De un lote hogar a la conducción gremial: la historia de Jaime Barcelona y el futuro de ADICUS

Mano a mano con el dirigente gremial que repasa su camino, la actualidad y el futuro de ADICUS, el ajuste feroz sobre los docentes universitarios y el escenario político que define su destino. Barcelona desnuda la avanzada del Gobierno de Milei, que no solo recorta, sino que desprecia lo público y lo popular. En ese contexto, analiza las elecciones de ADICUS, CONADU Histórica y la UNSJ, donde la disputa no es solo gremial o académica, sino política: la unidad del campo popular es la última trinchera frente al ajuste y la privatización.

Jaime Barcelona no olvida de dónde viene. Creció en el Lote Hogar 4 de Chimbas, en un hogar donde la universidad sonaba como un eco lejano. Pero entró, avanzó y se doctoró en geografía. Nunca dejó la academia: investiga sobre geografía médica, enseña en varias cátedras y, ahora, su trabajo lo lleva a San Pablo, Brasil, donde inicia un posdoctorado. Barcelona es de esos que defienden la universidad pública con el cuerpo, porque sabe lo que significa para alguien como él. Lo dice sin rodeos: le debe su vida a dos cosas, la universidad y el Partido Comunista Revolucionario.

Desde joven militó en la CEPA. Aprendió de Alberto Agüero que ser comunista no es excusa para no estudiar: “Tenemos que ser los mejores”, le dijo su compañero, y Barcelona lo tomó al pie de la letra. Terminó su carrera, hizo su doctorado, y ahora avanza en el posdoctorado. No se apartó nunca del sindicalismo, pero tampoco de las aulas. Sigue dando clases en la universidad y en una escuela secundaria de 25 de Mayo. Sigue militando. Lo hace con la misma convicción con la que alienta a River y a Sportivo Desamparados. Su vida se reparte entre la familia, el sindicato y la docencia.

Jaime Barcelona en la entrada del local de ADICUS, por Av. España pasando Córdoba.

Llegó a la Secretaría General de ADICUS en 2016, en tiempos de Macri. Su antecesor, José Mini, venía del trotskismo. Barcelona, del comunismo. La elección fue pareja: siete votos de diferencia. Su propuesta era clara: un gremio fuerte, no solo en la lucha, sino con capacidad de articular con otras instituciones y con la universidad misma. Venía de la tradición frentista del PCR, de la idea de que el campo popular debe estar unido para enfrentar lo que él llama la avanzada neoliberal.

Barcelona no ha pedido licencias, no ha dejado la universidad ni su partido. Es un militante. Un tipo que entendió que los cambios no los hace uno solo, sino con otros. Que lo individual importa, pero solo cuando es parte de un proyecto colectivo.

El poder, dicen, desgasta. Pero más desgasta no tenerlo. Lo saben los que se van, lo sufren los que nunca llegan. Y lo entienden bien los que logran quedarse. En un escenario político y gremial convulso, donde la incertidumbre se ha convertido en norma, la continuidad de un liderazgo no es solo una cuestión de voluntades, sino también de estrategias.

El secretario general de ADICUS parece haberlo entendido. Con las elecciones gremiales en el horizonte y en un año donde las urnas no van a dejar de girar, vuelve a poner su nombre sobre la mesa. No es una sorpresa: después de casi una década de gestión, la estructura que ha construido dentro del sindicato no solo le ha dado proyección, sino que ahora le permite un salto mayor. Por primera vez en años, ADICUS tendrá un representante titular en la conducción nacional de CONADU Histórica. Ya no como suplente, sino con un rol clave: la Secretaría de Niveles Preuniversitarios. Un lugar ganado tras años de trabajo en regularizaciones, en negociaciones, en la lenta pero constante construcción de poder.

Y el plan está claro. Tres ejes: avanzar en la ciudadanía plena de los docentes preuniversitarios, para que elijan a sus autoridades con voto directo; regularizar las horas cátedra en todo el país; corregir las desigualdades salariales que aún persisten en la estructura universitaria. Objetivos ambiciosos, sí, pero con el respaldo de una Federación que ha sabido fortalecerse en los últimos años con la conducción nacional de Francisca Staiti.

En ese contexto, su continuidad al frente de ADICUS parece casi natural. Falta la confirmación, el ritual de la discusión interna, pero todo indica que el proceso ya está en marcha. Marzo traerá la definición. Y el sindicalista que alguna vez salió del Lote Hogar 4 para abrazar la universidad y la militancia, se prepara para dar otro paso.

La voz en primera persona

Hasta aquí, un retrato. Pero hay cosas que solo pueden entenderse en las palabras del propio protagonista. Para quienes quieran ir más allá de esta síntesis, la entrevista completa, sin filtros, sin ediciones, a continuación.

– ¿Qué es ADICUS para Jaime Barcelona y quién es Jaime Barcelona para ADICUS?

– ADICUS, para mí, es una institución muy importante que está vinculada a la universidad desde la vuelta de la democracia. Surge ahí y es una de las instituciones más antiguas de la universidad y de mayor importancia. Tuvo secretarios generales como Tulio Del Bono, que después fue rector y, en su momento, secretario general de la CONADU unificada. Para nosotros es más que un gremio: es una institución muy vinculada a los trabajadores y al crecimiento y desarrollo de la universidad en la historia. Yo soy el secretario general, elegido en su momento por docentes en el marco de un recambio generacional y político. Soy parte de una nueva generación de dirigentes universitarios que están apareciendo en este momento.

– Si tuvieras que hacer un balance de tu gestión, ¿qué cambios y qué impronta creés que tomó el gremio?

-El cambio principal que tuvimos en ADICUS fue la incorporación a la vida política universitaria de una camada de referentes políticos nuevos, que lograron integrarse con afiliados que estaban de antes, incluso de la comisión anterior. Entonces, creo que la impronta fue poder amalgamar distintas generaciones e ir respetando eso a través de los años.

Además, ADICUS pasó a ser el gremio docente más importante. En ese momento estaba en discusión: teníamos 400 afiliados activos y pasamos a tener alrededor de 1.000. También logramos incorporar a nuestro padrón a jubilados, en un convenio con la obra social. Además, le hemos podido dar cabida a una nueva camada generacional, con otras ideas y formas de entender la política. A partir de ahí, nos hemos podido arraigar muy fuerte en las distintas unidades académicas y sacar al sindicato del aislamiento que tenía en ese momento, para insertarlo más en la vida institucional de nuestra universidad.

– ¿Cómo es la actualidad de ADICUS en este contexto político?

-Estamos en una actualidad vertiginosa, porque tenemos un gobierno nacional con características similares a las del gobierno de Macri, pero más ajustador. También vemos que nuestro sindicato, para poder sostener toda la estructura, necesita mucha mano de obra y mucho trabajo para atender a los jubilados, brindar servicios, ofrecer ayuda escolar y todo lo que se hace.

Y, de repente, te encontrás con que suben los costos y no aumenta el salario docente. Por lo tanto, tampoco aumentan los ingresos del gremio. Con el gobierno anterior, teníamos un gasto fijo —entre sueldos y servicios— del 30% del ingreso del gremio, y el otro 70% podíamos destinarlo a los afiliados y a distintas actividades gremiales. Ahora, el gasto fijo está en torno al 60%.

-¿Cómo ven el panorama que se avecina?

-Vemos un escenario complejo. Iniciamos el año con un ataque del Gobierno de Milei que profundiza el del año pasado, pero de manera más feroz. No solo se ha reducido el presupuesto para el funcionamiento de la Universidad, sino que en enero tuvimos un aumento salarial del 0%. Además, el Gobierno se niega a convocar paritarias en febrero y pretende continuar otorgando aumentos por decreto, por debajo de la inflación. A esto se suma el ataque directo al CONICET, que buscan desmantelar junto con otras instituciones vinculadas a la Universidad y a los sindicatos. Además, hay un claro desprestigio hacia las ciencias humanas, sociales, el arte y el ambiente, lo que pone en riesgo el trabajo de muchos investigadores.

Sin embargo, hay un atisbo de esperanza. El año pasado, la Universidad dio un ejemplo de unidad en la lucha, una enseñanza que se mantiene vigente. En nuestro sindicato adoptamos el lema “la felicidad está en la lucha”, porque solo enfrentando esta situación podremos salir adelante. La sociedad, y en especial la comunidad universitaria, han demostrado que la resistencia debe ser colectiva. Si bien en lo salarial hemos perdido -con una inflación del 179% en 14 meses y aumentos salariales por debajo del 100%-, logramos garantizar el presupuesto para el funcionamiento de la Universidad y algunas mejoras para los cargos más bajos y el sector preuniversitario. A pesar de lo adverso, existen condiciones para luchar en unidad y revertir este escenario, no solo en defensa de los docentes, sino de todos los trabajadores.

-¿Qué rol ha cumplido la Multisectorial en este contexto?

-La Multisectorial de San Juan fue una de las primeras del país en formarse. No dudó en adherir al paro de la CGT y logró confluir con las autoridades en defensa de la Universidad, organizando un abrazo simbólico multitudinario en la Facultad de Ingeniería. Antes de las marchas de abril y octubre, la Multisectorial articuló espacios de unidad con sindicatos, becarios, agrupaciones estudiantiles y diversos sectores. San Juan, junto con Comahue y otras regiones, protagonizó manifestaciones masivas. El hecho de que la Multisectorial se haya mantenido firme y haya logrado avances concretos refuerza la esperanza de que la lucha unificada es el camino para enfrentar el ajuste.

-¿Cómo se percibe la demanda de las bases en este contexto?

-Nuestro cuerpo de delegados está muy combativo y exige medidas de fuerza contundentes. En marzo tendremos el Congreso de la Federación, donde definiremos el plan de lucha y apoyaremos los paros del 5 de marzo. La situación de nuestros afiliados es crítica: muchos están cambiando de vivienda en busca de alquileres más accesibles y la demanda de créditos solidarios ha aumentado considerablemente. A esto se suman problemas para afrontar gastos en salud y educación. La obra social también sufre las consecuencias del ajuste, lo que agrava aún más la situación. Hay una demanda clara de profundizar el plan de lucha, aunque con la preocupación de no afectar a los estudiantes. A su vez, se nos exige atender necesidades sociales que antes no eran tan urgentes y que ahora se han vuelto una prioridad para los docentes afiliados.

-¿Cuál es la efectividad de los paros frente a un Gobierno que desprestigia la Universidad pública y parece indiferente a la protesta?

-La situación es compleja. A menudo se nos pregunta por qué hacemos paros ahora y no tantos durante el gobierno anterior. Sin embargo, es importante aclarar que en mayo de 2023 ya le habíamos realizado 24 días de paro a Alberto Fernández. La diferencia es que en ese entonces las protestas eran más solitarias, mientras que hoy confluyen diversos sectores. A pesar de los paros, el nivel académico se ha mantenido. Los colegios preuniversitarios siguen siendo altamente elegidos y el número de inscriptos en los cursillos de ingreso crece cada año. Esto demuestra que los docentes continúan enseñando con compromiso, incluso en un contexto de conflicto.

Este Gobierno ha institucionalizado la violencia y ha aprovechado su reciente victoria electoral para imponer su discurso sin consecuencias. Afirma que los paros no lo afectan, pero después de 14 meses de gestión, la realidad es que sus políticas han fracasado: la pobreza crece, el poder adquisitivo se deteriora y los servicios han aumentado considerablemente. La paciencia de la sociedad tiene un límite y, tarde o temprano, los paros le van a doler al Gobierno.

-¿Cuál es el panorama electoral en ADICUS y en CONADU Histórica?

-Estamos en un año electoral complejo, tanto a nivel nacional como universitario, y debemos renovar la conducción del gremio. Nos presentaremos nuevamente como lista y es probable que yo vuelva a encabezar este proceso. A nivel nacional, ADICUS ha logrado un fortalecimiento que se traduce en una mayor representación en la CONADU Histórica. En la última elección conseguimos ingresar como suplentes en la Mesa Ejecutiva de la Federación y ahora vamos por una Secretaría titular en el área de Niveles Preuniversitarios. Esto es resultado del trabajo realizado en la regularización de cargos y derechos para los docentes preuniversitarios, un ámbito en el que tenemos gran experiencia a nivel nacional.

Nuestros ejes de trabajo en la Federación serán tres: primero, la ciudadanía plena de los docentes preuniversitarios, luchando para que puedan elegir a sus autoridades mediante voto directo; segundo, la regularización de las horas cátedra en todo el país; y tercero, la corrección de desfasajes en el nomenclador salarial para garantizar que no haya diferencias injustas en la remuneración de los docentes según el tipo de actividad que desempeñan.

En los próximos meses definiremos nuestra estrategia electoral y confirmaremos candidaturas, pero el camino está claro: seguir fortaleciendo ADICUS y la lucha gremial en todos los niveles.

¿Cómo ves la política de la UNSJ y qué análisis hacen desde ADICUS sobre la gestión actual y las elecciones de este año?

Lamentablemente, en distintos medios se están viendo campañas de desprestigio entre sectores, donde no hay reparos en decir cosas que no son ciertas. Esto nos ha ocurrido también desde el ámbito gremial, y lo preocupante es que no se piensa en la institución. La Universidad y los sectores populares deben unirse en un plan político para defender la UNSJ, tanto en estas elecciones como después, porque los ataques económicos y al sistema científico continuarán. Este Gobierno tiene, como mínimo, cuatro años de mandato y un profundo resentimiento hacia lo público, lo privado y los sectores más vulnerables. No conciben que alguien del campo, de una villa o de un lote hogar pueda estudiar en la universidad y recibirse sin haber pagado. Desde su lógica, eso está mal, y justamente es uno de los valores fundamentales que este Gobierno está atacando.

El desafío es conformar un frente político, tanto desde el gremio como en la UNSJ, para frenar el avance de la derecha y de aquellos candidatos que dicen coincidir en algunos puntos con el Gobierno de Milei. No se puede comulgar con un modelo que va en contra de la educación pública. La prioridad debe ser reagrupar el campo popular en todos los frentes y unificar sectores en la defensa de la Universidad, como ya se hizo el año pasado.

¿Ves posible esta unidad?

Creo que se está encaminando. Si bien habrá tres listas, la mayoría de los sectores populares están alineados con la figura de Tadeo Berenguer. También hay sectores del campo popular que respaldan a Guillermo Velazco, y es una lástima que no se haya podido llegar a un acuerdo común. Sin embargo, considero que la UNSJ terminará encolumnándose detrás del candidato que mejor mida y que ofrezca garantías en la defensa de la Universidad.

Se han dicho muchas cosas sobre Tadeo, pero la gente lo vio en las marchas de abril y octubre poniéndose al frente de la defensa de la Universidad. Eso lo ha fortalecido políticamente.

¿Creés que hay algún candidato que atente contra estos principios de la universidad pública?

-Sí, hay candidatos que promueven estas ideas en nombre del «cambio» y respaldan abiertamente al gobierno de Milei. Se centran en un discurso de persecución ideológica, una especie de macartismo contra el socialismo y la corrupción, pero sin presentar propuestas reales. Lo único que hacen es atacar a la Universidad pública.

Por ejemplo, hay un candidato que critica abiertamente el ingreso del personal no docente, a pesar de que fue acordado en el Consejo Superior y en paritarias. Sin embargo, esa misma persona tiene hijos trabajando en la Universidad que ingresaron bajo el mismo mecanismo que él cuestiona. Esa contradicción demuestra que su discurso no es genuino, sino funcional a un proyecto que busca debilitar la educación pública.

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