Buenaventura Luna: el cantor que no calló
Como todos los 10 de noviembre, en Argentina se celebra el Día de la Tradición en conmemoración al nacimiento del escritor del Martín Fierro, José Hernández. En San Juan, Buenaventura Luna representó en carne viva un típico personaje gauchesco que hasta el día de hoy es recordado como uno de los próceres de la cultura cuyana e interpretado por distintos artistas.
“No basta tener cabeza Ni claro ingenio despierto Y debes tener por cierto Que al andar la procesión Los puros de corazón Dirigen siempre el concierto” Sentencias del tata viejo
Para muchos y muchas, como en este caso, para Alejandro Rodríguez, Buenaventura Luna es el representante más importante que ha tenido la música cuyana, tanto en el país como en el mundo. Él es un cantautor sanjuanino, que haciendo eco de sí, se presenta “soy la música, soy el folclore, soy ‘El Nano’ Rodríguez”. En contigüidad, el folclore representa en el sanjuanino, simple y llanamente, la cotidianidad misma, el quehacer diario, en nuestras provincias, en nuestras localidades.
Como bien expresa Nano, «hablar de Buenaventura Luna, también es mencionar a Atahualpa Yupanqui, a Jorge Milikota, Roberto Ternán, Jairo, León Gieco. Estos grandes que forjaron un folclore mucho más comprometido con los pueblos originarios, con los que menos tienen, con la sociedad”.
La música folclórica ha mutado con el tiempo, ha tenido una variante importante en cuanto a la poesía. La sentencia del Tata Viejo, creación del gran Buenaventura Luna, representaba políticamente a la gente del interior del país. Hoy en día, el folclore ocupa, dentro de la poesía, un lugar más romántico. Dentro del repertorio de Rodríguez se encuentran presentes ambas aristas. Al escucharlo, podemos sentirnos identificados con canciones como “La Vida” y también ser interpelados por el clásico de Luna “Puentecito de mi río”. Es reviviendo a personajes históricos, que el poeta actual transmite un poquito de la tradición sanjuanina.
En octubre de este año, en la Feria Provincial de la Cultura Popular y el Libro se llevó a cabo un homenaje al prócer huaqueño de la mano del “Nano” Rodriguez, quien interpretó “Puentecito de mi río”. La particularidad fue que en esta ocasión, la interpretaron dos guitarristas. Sólo dos, y sonó como cuando la tocaba el mismísimo Buenaventura Luna.
Buenaventura Luna, escritor, recitador, militante y periodista
Muchas lunas pasaron sobre las cordilleras Sublimando el silencio donde duerme el poeta A lo lejos el aire se puebla de tonadas A los lejos, dialogan las guitarras secretas ¡Y una vidala errante, liturgia y nocturna, Quiere nombrar tu nombre, Buenaventura Luna...! Atahualpa Yupanqui
Eusebio De Jesús Dojorti, o como indica su conocido seudónimo, Buenaventura Luna, nació el 9 de enero de 1906 en la provincia de San Juan, en el departamento Jáchal. En el ámbito político, Eusebio integraba la Unión Cívica Radical Bloquista, como su padre Ricardo, quien cumplió con el primer cargo de intendente en el departamento de Jáchal.
En ese momento, la UCR Bloquista era liderada por Federico Cantoni, controvertido gobernador de la Provincia de San Juan. Eusebio, con el paso del tiempo y haciendo uso de su rebeldía y sus inquietantes planteos, rompió políticas con el grupo Cantoni y estableció claras objeciones a ese gobierno. Buenaventura fue fundador del partido “Unión Regional Intransigente” y del periódico llamado “La Montaña”, sin embargo en el año 1932, el grupo Cantoni decidió cerrar el diario, secuestrar y encarcelar, tanto a Dojorti, como a varios editores del medio.
Luego de permanecer encarcelados en Calinagasta durante 77 días, el grupo Dojorti logró escapar de la cárcel. Lo hicieron armados y con ayuda de varios integrantes de la Policía. Para describirlo, se dice que fue un gran episodio de tiroteo, “a matar o morir”. Es así, que nació la famosa “Revolución de Calingasta” o “Revolución calingastina”, nombre que utilizaron los Cantoni para opacar lo que realmente había sucedido.
Luego de la fuga, Eusebio se exilió al interior del país. En ese entonces, se alejó de la política y nació el gran folclorista de Huaco: Buenaventura Luna. Dojorti siguió con su multifacética vida de periodista, escritor, difusor y peronista. Un “cabecita negra”, un “bárbaro”, que formó parte del gran proceso cultural y político de San Juan y del país.
Comprometido políticamente con su provincia, siendo federalista, el hijo de un terrateniente sanjuanino hizo una ruptura ideológica y se colocó en la vereda de la justicia social. Buenaventura representaba al pueblo, a los gauchos, a los campesinos, a los trabajadores rurales, a la gente del interior, a los bárbaros que enfrentaba Sarmiento.
En el ámbito musical, Don Buenaventura formó varios grupos, entre ellos, La Tropilla de Huachi Pampa y El Fogón de los Arrieros. También escribió zambas y canciones célebres como Vallecito, Las sentencias del tata viejo, entre otras. Además, compartió autoría con Atahualpa Yupanqui (Este camino que va), Oscar Valles (Puentecito de mi río), y con otros grandes artistas.
“Yo tengo de la palabra Sentido claro y diverso A veces se me hace canto Porque la entiendo a la vida Como una canción perdida En medio del Universo” Papeles sueltos de Buenaventura Luna
Luna nunca dejó de escribir, nunca dejó de lado sus ideales. Muchísimos textos fueron hallados por sus familiares, y no sólo era poesía, sino también guiones radiofónicos y de largometrajes. Sin embargo, el 29 de julio de 1955, a los 49 años de edad, falleció a causa de un cáncer de laringe, que le había hecho perder la voz. Hoy, su cuerpo reside al pie de un algarrobo en su pueblo natal. Pero no sólo los 29 de julio se le rinden homenajes, sino que su espíritu continúa presente en distintos festivales y rincones de todo el país.
Si se calla el cantor Calla la vida Porque la vida, la vida misma es todo un canto Si se calla el cantor Muere de espanto La esperanza, la luz y la alegría Si se calla el cantor Se quedan solos Los humildes gorriones de los diarios Los obreros del puerto se persignan ¿Quién habrá de luchar por sus salarios? ¿Qué ha de ser de la vida, si el que canta No levanta su voz en las tribunas Por el que sufre, por el que no hay ninguna Razón que lo condene a andar sin manta? Si se calla el cantor Muere la rosa ¿De qué sirven las rosas sin el canto? Debe, el canto ser luz Sobre los campos Iluminando siempre a los de abajo Que no calle el cantor Porque el silencio Cobarde, apaña la maldad que oprime No saben los cantores de agachadas No callarán jamás De frente al crimen ¡Que se levanten todas las banderas Cuando el cantor se plante con su grito! ¡Que mil guitarras desangren en la noche Una inmortal canción al infinito! Si se calla el cantor Calla la vida “Si se calla el cantor” de Horacio Guaraní