Abdulah: “El sanjuanino no compra libros de otros sanjuaninos”
La Mecha conversó con Felipe Echeverría, editor de libros de autores locales, sobre literatura sanjuanina y por qué el modelo económico de las editoriales convencionales perjudica a los escritores.
Escondido en la Avenida Rawson al 821 está el taller de impresión y maquetación de Felipe Echeverría. Su editorial se llama Abdulah y desde hace 10 años se dedica a imprimir novelas, poemarios y trabajos de investigación de autores sanjuaninos. Felipe se formó con los libros cartoneros y empezó vendiendo libros durante sus viajes “porque no sabía hacer pulseras ni tocar la guitarra”.
Antes que librero, se considera sólo un “prestador de servicios”. “Librero ha sido Lorenzo, Basilio, Franquito. Yo muté de esa experiencia a exclusivamente brindar servicios editoriales a autores, instituciones, también a gente muerta”, explica Felipe.
La persona detrás de Abdulah es inquieta. Camina una y otra vez de su escritorio a la estantería, y poco a poco la mesa queda repleta de libros. Al ser consultado por sus planes a futuro, la respuesta va por un lado inesperado: “Poder trabajar de una manera menos frenética”, dice Felipe después de pensárselo un rato. El editor y diseñador gráfico cuenta que se toma muy en serio las deadlines: “Cuando brindás un servicio tu principal capital es la credibilidad. He perdido guita muchas veces, pero si un libro tiene que estar el 21, está el 21, pase lo que pase”.
La Mecha: ¿Cómo empezaste a imprimir libros?
Felipe Echeverría: Para que esto surja se dieron un montón de condimentos que están siempre latentes y en un momento explosionan. No es que yo estaba pensando “che, qué puedo hacer para ganar guita”. Yo tenía una biblioteca enorme en mi casa. En la biblioteca de la facultad empecé a leer a Galeano, a Osvaldo Bayer. Después hay una situación personal, a mi viejo lo internan y pasé muchas noches cuidándolo y leyendo. Todo eso, sumado a ver a unos pioneros en San Juan que fue La Garganta Lectura, que hacían libros en cartón. Todo eclosiona en una noche de hospital, se me ocurre hacer libros para cuando viaje.
LM: ¿Cuándo se forma Abdulah?
FE: La primera publicación fue de Nahuel Aciar, con su poemario. Esto habrá empezado en 2015. Había un nicho que no estaba explotado, por ponerlo en esos términos. Había una necesidad de los autores locales que yo nunca lo vi, Nahuel me insistió. Gabriela Nebro, que había ganado hace poco el San Juan Escribe, publicó conmigo y automáticamente empezó a correrse la bola.
LM: ¿Qué le gusta escribir a los sanjuaninos?
FE: Poesía. Yo no sé si en otras provincias se da este fenómeno, pero acá una de las editoriales con más trayectoria se dedica exclusivamente a la poesía, que es El Andamio. Hay muchos poetas.
LM: ¿Y de qué se trata esa poesía?
FE: De lo que habla la poesía en todo el mundo, pero también hay una más enfocada en lo social. Hay un libro que es 300 días de sol (de Leonardo de los Ríos). El autor empezó a escribir en un taller de poesía con Leonardo Gavilondo, y él le dijo que escriba de lo que hace único a su lugar. Hay poemas de amor en todos lados, pero en este libro hay barrio, está la Villa Echegaray, el barrio Edilco, el bondi, todo eso está acá y vos lo podés palpar.
LM: ¿Hay algún libro que todo el mundo haya venido a buscar?
FE: ¡Sí! Los porteños dicen que tienen el primer libro con lenguaje inclusivo, pero el primero registrado en Argentina lo tenemos nosotros. Es Propia de Guillermina Cortez. Este libro tan sencillo fue uno de los primeros que hice. Yo siempre pregunto cuál es el capital social de cada autor. A la mina la conocía medio San Juan, porque milita en movimientos feministas, es periodista y además tiene un carisma que pocos tienen.
Cuando este libro sale se hacen 400 ejemplares, ¡una cantidad enorme para San Juan! Y todo el mundo lo quería. Fue una locura.
El problema con las editoriales
LM: ¿Hay otro Abdulah en San Juan?
FE: Hay otras editoriales, pero se manejan con el trato tradicional, que no es transparente. Con las editoriales nunca podés cuantos libros hacen, te lo dicen pero te mienten. Pueden hacer mil y te dicen que fueron quinientos, entonces a vos te dan la plata de quinientos y ellos venden el resto por su lado. Un cuento del tío más viejo que la escarapela.
Yo creía que era un trato novedoso el que planteaba, pero hay muchos con mi mismo modelo, que le sirve al editor pero también al autor, que tiene un control exhaustivo de cuánto se imprime. El escritor me encarga veinte libros y se los lleva él. Yo no puedo vender los libros de los autores, salvo algunos con los que tengo ese trato. Al autor le sale diez pesos, pero lo vende a cincuenta, a diez, lo regala, todo queda para él.
LM: ¿Y se vende mucho?
FE: Cuesta. Te compra el conocido. Por eso el capital social es importante. Cuando vienen los autores yo les bajo las expectativas, les digo que no asocien ventas con calidad, porque no tiene nada que ver; que si venden cincuenta libros no se desanimen.
Yo les hago una pregunta incòmoda: ¿cuántos libros de autores locales tenés en tu biblioteca? El 95% responde “ninguno”. Cuando compras a un autor local lo hacés porque lo conocés o algo has escuchado, pero el sanjuanino no compra a otros sanjuaninos. Porque no les interesa, si tienen unos pesos se compran el de Samantha Schweblin, por ejemplo, uno conocido que también es garantía.
LM: ¿Qué es lo que más te gusta de este trabajo?
FE: Que cumplís sueños.