MEGACAUSA III: Crónica de un veredicto esperado

El 7 de julio se emitió el fallo de la Megacausa III por delitos de lesa humanidad en San Juan. La crónica de un día histórico que relata los porvenires de la lucha por la memoria, la verdad y la justicia en la provincia.

La mañana del 7 de julio, el sol desveló los rostros pálidos, inmóviles en el tiempo, de los cientos de desaparecidos sanjuaninos inmortalizados en las fotografías que colmaban el muro este del rectorado de la Universidad Nacional de San Juan (UNSJ), edificio donde se transmitía el veredicto. Cerca de las 11 de la mañana comenzaron a congregarse las organizaciones de derechos humanos con sus banderas. Allí, levantando la eterna consigna de “Memoria, Verdad, Justicia”, se hicieron presentes H.I.J.O.S., la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) y la Liga Argentina por los Derechos Humanos, junto a otras organizaciones y autoconvocados. La radio abierta de la Universidad dio voz y relato a lo que fueron las primeras horas de un día histórica para la provincia de San Juan.

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La jornada transcurrió normalmente, los transeúntes paraban de vez en cuando a oír el programa y visitar la muestra fotográfica emplazada en la misma vereda. Mientras tanto, a una cuadra de distancia, se reunían los fugados represores de la justicia a la espera de una resolución que decidiera su encarcelamiento o libertad. Esta era la tercera vez que se enjuiciaba a los responsables del terrorismo de Estado en San Juan y algunas figuritas eran repetidas: Jorge Antonio Olivera, Daniel Rolando Gómez, Gustavo De Marchi, Eduardo Daniel Cardozo, Juan Francisco Del Torchio, Juan Carlos Coronel, entre otros. La expectativa, sin embargo, estaba puesta en Juan Carlos Yannello, quien en los años setenta se desempeñó como fiscal federal y fue fundamental en la desaparición, tortura, abuso y asesinato de casi una centena de víctimas. Ese día, él también esperaba su juicio final.

La lista de culpables era más amplia, las acusaciones alcanzaban a 24 ex militares y ex policías que, como describió Rodolfo Walsh, representaban el prototipo fascista sin ideales ni lealtades que durante décadas llenaron los cuadros de la llamada represión gorila. Se esperaba que el veredicto iniciara cerca de las 14 horas, momento en que el rectorado abrió sus puertas al público. El salón principal quedó repleto de gente y, luego de una hora, la pantalla gigante comenzó a transmitir el juicio.

Fotos: Leandro Porcel

“Nunca creí, en mi juventud, que llegaría a ver esto, a verlos en un juicio en democracia”, dice Nicolás Gómez, sentado en su silla. A cada rato se cruza con alguna persona conocida, a quien abraza con fuerza y saluda con una mano en la mejilla. Muchos son jóvenes, militantes de hoy; otros, sufrieron las marcas de un tiempo más violento. “La verdad es que a mi generación la masacraron”, sentencia.

«A donde vayan los iremos a buscar»

Poco después de las 15 horas la sesión comenzó. No duró mucho, a los pocos minutos el juez Alberto Carelli dio paso a un cuarto intermedio que duraría hasta las 17:30 horas. La espera se hizo eterna. Entre mate y mate, se manifestaba el fastidio generalizado y las preguntas empezaban a circular:

¿Por qué estiran tanto la decisión? ¿Qué tienen que deliberar a esta altura del juicio? ¿Qué hicieron durante toda la mañana?

Las horas pasaron y a las 19, Gabriel Farías, referente de la organización H.I.J.O.S., tomó la palabra. “No sabemos por qué están dilatando tanto el veredicto, propongo que en vez de esperar acá vayamos a la puerta del tribunal, que nos escuchen y sepan que no nos vamos a ir sin una respuesta”. Inmediatamente los presentes aplaudieron la decisión y se levantaron en dirección al tribunal.

Los cantos acompañaron el corto camino al callejón que separa el rectorado del edificio donde se ponía en pausa el proceso judicial: “Como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar”. Una vez la multitud llegó al lugar divisó en lo alto, en el último piso, una ventana iluminada y protegida con gruesos barrotes. Muy pocos en esta historia podrían testificar qué se discutió allí, lo cierto es que escucharon el canto popular que invadía la habitación desde la calle: “a pesar de las bombas, de los fusilamientos, los compañeros muertos y los desaparecidos, no nos han vencido”.

Carlos Goya, nieto recuperado (el número 92, en el año 2008) y director de Promoción y Protección de Derechos Humanos de San Juan, dijo: «los jueces no deliberaron en el transcurso de la mañana y tememos que las condenas no sean realmente lo que deben ser y lo que perseguimos nosotros que militamos esto y somos los que sufrimos en primera persona estas aberraciones. Nos preocupa, por supuesto, pero esta preocupación se tiene que convertir en lucha, militancia y perseverancia en estos momentos”. Además, Goya agregó que “es controversial que el 24 de marzo del año pasado le hayan dado la prisión domiciliaria a Olivera, que presentó un certificado falso y que de todos modos le hayan otorgado nuevamente la domiciliaria ayer en la previa de una nueva condena”. A estas críticas se le sumaron las de Margarita Camus, víctima del terrorismo de Estado e histórica militante por los derechos humanos en San Juan, quien apuntó contra la Cámara de Casación: “le otorgaron la domiciliaria a Olivera, habiendo estado prófugo, adulterando documentación y ahora nuevamente se le otorga este privilegio”.

Manifestación a las afueras de tribunales.

Juicio y Castigo

A las 19:30 anunciaron que finalmente comenzaba el ansiado veredicto. Los militantes emprendieron el camino de regreso al rectorado y, una vez dentro, mantuvieron un silencio solemne, expectantes a cada palabra de la sentencia. Al momento de oír las palabras “prisión perpetua” adjudicadas a Yannello, los aplausos brotaron del público. Para el tribunal, el ex fiscal federal fue una pieza clave para garantizar la impunidad de los militares y policías, autores materiales de los delitos conocidos. Yannello, en su carácter de funcionario judicial, hizo caso omiso y no investigó los planteos y las denuncias de víctimas y familiares que le llevaron pruebas de todo tipo de torturas.

La condena perpetua cayó también sobre los seis integrantes del Grupo de Tareas de Inteligencia del Regimiento de Infantería 22 (RIM 22) asentado en Marquesado, integrado por Jorge Antonio Olivera, Daniel Rolando Gómez, Eduardo Daniel Cardozo, Juan Francisco Del Torchio, Juan Carlos Coronel y el ex policía Miguel Ángel Mejías. Además, se castigó temporalmente con prisión efectiva a Eusebio Jurczyszyn (12 años), Marcelo Edgardo López (10 años), Felipe Pedro Molina (9 años), Andrés Walter Alderete (8 años y 6 meses), Rubén José Mondaca (7 años), Araldo Alfredo Medina (7 años), Eduardo Ernesto Traverso (6 años), Jorge Manuel Laiseca (5 años), Juan Carlos Turón (4 años).

Fue un golpe inesperado para muchos presentes la decisión del tribunal de absolver a Carlos Ángel Castro, Carlos Alberto Olha, Horacio Antonio Estrada, Gustavo Adolfo Lafuente, Ricardo Claudio Kaliciñski, Miguel Ángel Bergounian, Carlos Antonio Saavedra y Norberto José Trigo.

Una vez terminado el veredicto, las víctimas y sus familiares se fundieron en un abrazo entre lágrimas de bronca y justicia. Algunos, sabiendo que sus desaparecidos ahora descansaban en paz; otros, permanecieron con la rabia de saber que sus torturadores quedaban en libertad. Victoria Benítez, referente de H.I.J.O.S., apretaba en un puño la fotografía de su madre cuando dijo “seguimos en lucha por la Memoria, Verdad y Justicia hasta que todos nuestros viejos aparezcan”.

Gabriel Farías usaba una camiseta que rezaba “¡Juicio y Castigo!”, una frase que condensaba un pedido histórico para la sociedad argentina. Dijo: “Siempre pedimos justicia; la posibilidad de un juicio justo que no tuvieron nuestros padres. Ellos sí tuvieron la posibilidad de defenderse y muchos lograron que los absuelvan. Veremos cómo prosigue esto con las apelaciones; nosotros seguiremos buscando justicia”, afirmó Farías. Ni odio ni venganza. Ni olvido ni perdón: Memoria, Verdad y Justicia.

Registro Fotográfico

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